Lo lleve a mi pecho, abrazándolo, sintiendo como su llanto poco a poco menguaba. Aunque el mío no. Si. Porque yo también lloraba..
Me paré de nuevo de la cama, aguantando todos los malestares lo más que podía. Mordiéndome los labios, para no emitir algún sonido, y despertar a mis bebés dormidos. Desesperándome al ver, que de donde estaba, a la puerta, no había pared, no había nada de donde podía yo sostenerme. Sino que, tendría que caminar sola, sin apoyarme de nada, o nadie.
Y tuve que hacerlo, y sacar fuerzas de donde no sabía que tenía, pero antes de llegar a la puerta, y caminando lo más despacio que podía, llegue a sus cunas y los mire dormir tan plácidamente, sin darse cuenta de nada de lo que pasaba a su alrededor. Sosteniéndome de la cuna de Elijanh, que era más alta, y más grande, suspirado. Para entonces caminar a la puerta, lento, sintiendo que era una clase de tortura, algo que no le deseo a nadie, algo que espero que nadie lo esté viviendo.
Pensé que solo era llegar a la puerta y salir, y que ya, todo acabo, pero no, al abrir la puerta, y salir despacio, me espanto una voz que me habló, si, a mi;
-¿A dónde va señorita?, no tiene permitido salir de la cama, y mucho menos de la habitación. Tiene que volver de inmediato.-
Sentí unos brazos agarrarme por los hombros, porque sino, iba a parar derecho al piso, sin poder sostenerme de nada, o nadie. Mis piernas se habían confundido al escuchar esa estridente voz detrás de mi.
Me mordí la lengua y suspiré. Todo dolía tanto. Y yo solo quería que dejara de doler.
Eran aquellos grandes hombres,
—vestidos con camisa blanca, pantalón negro, breteles negros y unos zapatos siempre brillosos, iguales de negro— que nunca se apartaban de esa puerta, nunca se iban, siempre estaban ahí, protegiendo a los hijos del príncipe, y yo, yo llevaba uno en la barriga. Uno que quería salir ya, y que me estaba desbaratando todo por dentro, y quería sacarlo ya. Ya.Me alarmé cuando vi que uno de esos hombres, se acercaba a la puerta conmigo en brazos, de esa misma de donde yo acababa de salir con tanta dificultad.
-No, no. Suélteme. Por favor, suélteme.- susurré bajito, soltando uno que otro quejido, y con miedo de que me dejaran ahí, trancada en el aposento. No podía. Debía de salir.
-Señorita entienda, nos dieron la orden de no dejarla salir. Y si desobedecemos esa orden directa de la reina, nosotros habremos desafiado directamente a la reina. Y no queremos eso. Así que por favor, y sin poner resistencia, entre.- volvió a decir, mientras yo me revolvía en sus brazos, ¿por qué?
-Es que usted no entiende, no puedo, no pue...-
-No ponga resistencia y entiendam...-
-¡Es que el que no entiende es usted! Señor mis bebés están allá, si, están bien, pueden verlo. Yo necesito... necesito irme. ¡Mi bebé quiere salir de mi ya!- sentí mi cuerpo siendo liberado de esos enormes brazos, que me hacían sentir asfixiada. Tosí un poco tapando mi boca y asustándome al ver sangre en mi mano. Y sentí otra vez esas ganas horribles de sacar a mi bebé de mi.
-Disculpe yo...- no lo escuché más, sino que caminé lo más rápido que pude, y apoyándome de una pared, a la habitación donde tiempo atrás, había llevado todo aquello, que yo debí de usar con Elijanh, pero que yo no tenía ni idea. No sabía nada, y me daba rabia acordarme de eso.
De que no sabía nada... nada. ¡Ni siquiera sabía lo que era un bebé o como era!, no sabía nada, poniendo quizás en peligro la vida de mi bebé, al no saber que hacer.
Eso debía ser lo primero que se le enseñe a una niña, a... a eso, a qué tendría relaciones y después, después de eso, un bebé iba a crecer en su barriga, y ese mismo bebé, iba a salir de su parte privada, rompiendo todo a su paso, pero haciéndote sentir bien, porque habías creado una vida. ¿Por qué nunca me dijeron nada?, ¿por qué?
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El pecado de ser mujer.
Tarihi Kurgu-Madre, ¿por qué ellos si pueden salir y yo no?, ¿por qué nosotras no?- susurré mientras escuchaba el sonido que siempre sonaba cuando "ellos" salían, salían por esa... ¿esa? ¿Por dónde ellos salían?, y... ¿a dónde iban?, ¿qué era eso?, era un miste...