Tu mayor pesadilla se convierte en una latente y constante fantasía.
Una fantasía donde la obscenidad y la lubricidad toman lugar por encima de tus principios.
Kim Taehyung y Jeon Jungkook te enseñarán que las buenas intenciones a veces están disfra...
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Narra T/N.
Me gustaría decir que estoy feliz por mi madre, pero no es así. Cada minuto que ha pasado desde que se casó con el señor Kim Euwo ha sido tortuoso. ¿Por qué? La respuesta radica en su hijo más joven, Kim Taehyung, mi hermanastro.
Al principio, cuando mi madre me presentó a su nuevo novio y a su familia, las cosas parecían normales; una señora joven intentando rehacer su vida con otro hombre después de enviudar.
Pero eso no duraría mucho.
El señor Euwo adquirió una lujosa propiedad en las orillas de la ciudad; por lo tanto, nos mudamos hace unas semanas para emprender una nueva vida: Los Kim y los T/A.
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Lo que parecía una nueva oportunidad en la vida de mi madre y en la mía, se convirtió en una pesadilla, pues Taehyung comenzó a insinuarse descaradamente desde entonces. Aprovecha cuando mi madre o su padre están lo bastante ocupados o cuando sus otros dos hermanos; Kim Seokjin y Kim Namjoon no están en casa.
En lo que va del mes, me ha enviado dos fotografías explícitas, sin mencionar los mensajes elocuentes que envía antes de dormir y las miradas morbosas que he tenido que tolerar cuando salgo de la ducha y "casualmente" me lo encuentro.
Esto esta siendo mucho más difícil de lo que pensé.
Ahora mismo estoy encerrada en mi recamara, pues el señor Kim y mi madre fueron a comprar un par de muebles nuevos para el jardín a una exclusiva tienda en el centro de Seúl, Namjoon y Jin se fueron a una fiesta; y por supuesto, Taehyung se negó a ir cuando escuchó que me negué a acompañar a nuestros padres.
Ahora veo que me equivoque
Tocan la puerta de mi habitación, una, dos, tres veces y escucho su gruesa voz detrás de esta.
–¿T/N? Ábreme, sé que estás ahí escondida.
Frunzo el ceño, molesta, harta y sobre todo indignada. –¿Escondida? –Le grito desde mi cama
–Si... escondiéndote de mí, pequeña...
Me levanto de la cama, fingiendo que no estaba intentando guardar el mayor silencio posible para que no viniera aquí. Me acerco a la puerta y el enojo es sustituido por nerviosismo. –¿Qué quieres?
