Aemond se movió a la orilla del barco, y Vaghar cerró su boca comenzando a volar alrededor de la flora pacíficamente. Helaena entendió debían haber encontrado a Aegon y se acercó a sus hermanos.
Mientras tanto, Jacaerys suspiró y se dirigió a su hermano, preocupado.
—¿Estás seguro vas a llevarlo con Alys?
—Es mi culpa esté así– Respondió Lucerys, recogiendo sus armas con sus manos temblorosas.
Jacaerys rodeó los hombros de su hermano confortante, reflexionando en silencio. Desde lo ocurrido la noche en Marcaderiva, cada vez que Lucerys pensaba en lo sucedido, tenía esa curiosa reacción y se le hacía prácticamente difícil sostenerlas.
Desde que tenían memoria, Lucerys y Aemond de algún modo siempre supieron tenían sentimientos por el otro. Eran pequeños, pero Lucerys estaba seguro no encontraría un aroma más lindo en otro omega, y le encantaba ver a Aemond usando los vestidos típicos de omegas, a veces en los bailes se escabullían para bailar, se tomaban de la mano caminando juntos por el jardín hablando de cualquier nimiedad o riendo mientras leían un cuento. El día que Rhaenyra comprometió a Lucerys con Rhaena y le negó cortejar a Aemond, pensaron como última recuerdo compartir algo que veían la servidumbre adolescente enamorada hacían en los pasillos solitarios, e intercambiaron un casto beso que provocó sus corazones se aceleraran en sintonía y buscaran con más ahínco poder estar juntos.
Ciertamente, el plan de Lucerys esa noche en Marcaderiva no era lastimarlo, de hecho quería estar del lado de Aemond, pero Jacaerys intentó estuviera por fuera de la pelea y cuando el más pequeño vió Baela iba con una roca a golpear la cabeza de Aemond, tomó una daga pero tropezó entre el ajetreo y lo dañó en lugar de protegerlo.
La reina estuvo demasiado molesta para permitirle acercarse y tratar de explicarle que no fué su intención herirlo, menos casi matarlo. Lucerys incluso se alegró al ver Aemond reclamó a Vaghar, ya tenía el dragón que siempre quiso y Viserys supuestamente iba a concederle un deseo por haber logrado montar a la dragona como prometió a quien pudiera lograrlo. Pero no se dió por Lucerys, que sabía cometió el peor tropiezo de su vida.
Saliendo de sus cavilaciones, Lucerys miró a su hermano, recordando algo más.
—¿No vas a decirle? No le hiciste nada.
—Es mal momento– Replicó Jacaerys en tono resignado, viendo a Arianne de espaldas, con su oscuro cabello rizado ondeando. La alfa tenía sus brazos sobre la cintura de Aegon, mientras conversaban– Tiene derecho a elegir.
Siendo niño, a pesar que la personalidad de su tío Aegon era bastante diferente a lo que tradicionalmente se esperaba de un omega, Jacaerys no era indiferente con él. Tenían una buena relación, Aegon a sus trece años tenía una apariencia esbelta. Aunque sus peinados se caían siempre, su cabello era sedoso y su rostro muy lindo, Jacaerys se reía siempre de las ocurrencias que tenía su tío y le gustaba seguirle muchas de sus travesuras robando en la cocina pasteles, escapándose de la fortaleza roja para vagabundear por horas alrededor de la capital,. Esperaba entusiasmado a crecer para poder casarse con él. Se alegró el día que su madre le dijo convenció a su padre de establecer entre ambos un compromiso, la impulsó los motivos políticos pero Jace tenía motivos muy distintos de estar feliz.
Sin embargo, siempre fue consciente algo no andaba bien. El día que hicieron la ceremonia oficial de compromiso, Aegon fue arreglado como nunca antes, por primera vez su peinado estaba firmemente en su lugar. No obstante, trás esa apariencia angelical su rostro expresaba sólo resignación. Jacaerys le prometió iba a respetarlo y hacerlo un feliz consorte, planeó regalos de cortejo muy hermosos del gusto de Aegon que le encantaron, pero era evidente seguía siendo un niño a sus ojos y no mostraba entusiasmo de estar en un puesto que consumía a su madre Alicent entre reuniones y protocolos las veinticuatro horas del día.
ESTÁS LEYENDO
Tus Mudos Latidos
FanfictionAlicent se lleva a sus hijos a Antigua luego que su hijo sale gravemente lastimado en la noche de Driftmark. Sus hijos tienen vidas felices y pacíficas en Oldtown hasta que inevitablemente terminan involucrados en la guerra por la sucesión del reino...