Un Ángel abrio mis ojos.

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Era un día lluvioso en otoño, yo caminaba y veía las nubes y el sol queriendo o no salir,  tomé un momento y me senté en una banca, disfrutando sentir el caer de las gotas, mientras tenía cerrados mis ojos y me sentía conforme, como si todo lo que di, ya hubiese sido todo, que ya no había mas, cuando de pronto te escuché.

"-¿Dulce, qué haces aquí?". -No quise abrir los ojos, no quise... como me arrepiento.

Ante mi silencio, agregaste: -¡Oh dulce, sabes que!... mejor no me respondas; Porque por tu posición noto estás en estado de conformidad, ¿y sabes que es lo curioso? Que yo no te conocía así... no hasta donde pude, y no hasta donde puedo observar desde aquí. Se que han pasado diversas situaciones, que desde niña prometiste no pasar, que tú niña interior quizá está enojada contigo, pero si te rindes, esa niña que tienes aún en ti, se sentirá decepcionada que hasta aquí hayas llegado. Así que abre los ojos, mira el atardecer que está saliendo después de la llovizna y levántate. Yo te acompañare, toma mi mano."

Sentí tanta confianza en lo que me decías, me transmitiste seguridad, y realmente te escuche, sin ignorarte, respiré profundo, te tomé de la mano, te la apreté, y así abrí los ojos y en eso vi a mi padre sentado en un sofá desconocido, y con una sonrisa me dijo: "Has despertado hija"

Esas fueron tus últimas palabras, ya no te he vuelto a escuchar mi gran Hugo.

Recuerdo que al abrir los ojos lo primero que vi fue a mi padre, recuerdo el hablaba y hablaba pero yo no concordaba nada de lo que el decía, miraba a mi alrededor y no reconocía esa habitación gris con una tele al fondo, y un sofá a mi lado en el que mi padre estaba recostado, mire del otro lado, y estaba una puerta que arrojaba a un baño, entonces voltie a mirar mi cuerpo y me vi en bata y trate de moverme por que mi padre dijo "No hagas esfuerzos valentina, te vas a lastimar". Yo no entendía a que se refería, yo solo no podía hablar, será por el medicamento quizás por el cual no recordaba que hacía en ese lugar, solo sabia mi cabeza me dolía y tenía mucho mareo.

Las palabras de aliento de ese día de mi padre solo fue una oración, con 3 palabras, "Me harás abuelo". 

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* Hugo es un amor fugaz de Dulce Valentina, que en tan poco tiempo le ayudo a conocer su valor y sencillez de la vida misma.

Lo que a sido, no es lo que será. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora