CAPITULO 64

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La tranquilidad de sus señores en Arife, se vio interrumpida a las pocas horas de su llegada, mantener en secreto su vuelta había sido imposible. Lennox era reconocido por todos los vecinos de Arife, no tardaron en identificar también a su esposo. Pronto su libertad se vio interrumpida por la presencia de los más curiosos.

El palacio sería avisado pronto, así que el duque decidió permanecer en el hotel de la ciudad por unos días más, hasta que Evangeline o su propia madre demandaran su presencia en palacio. Nolan estuvo molesto por unas horas, ya que quería visitar la gran exposición sobre los donceles que habían montado en el museo de la ciudad. Donde presumían que estaban los retratos de Enok de Belland, él tan solo había leído su historia, nunca había visto ni siquiera un pequeño retrato de él.

-Señorito, llamaríamos demasiado la atención si fuéramos al museo. – Pietro quería que Lennox lo ayudará, pero el duque estaba igual o más molesto que su esposo, por no poder salir. – Su llegada no estaba prevista hasta el mes que viene, la ciudad esta alterada por...

-Quiero ver el retrato de Enok de Belland. – insistió con los manos cruzados sobre su pecho, había adquirido aquella pose al ver que estaba siendo ignorado por su guardián. – El alcalde dijo que podíamos ir.

-Señorito, hay muchas personas esperando fuera para verlos, se han agolpado en la entrada del hotel, es peligroso.

Pietro sentía como le caía el sudor por el cuello, tuvieron que correr hacia el hotel cuando dieron la noticia de que Nolan de Edevane se encontraba cerca del museo. El guardián sentía que no podía protegerlo como era debido con tanta gente a su alrededor, además era solo uno. Los demás guardianes habían ido a ver a sus familiares, y no tenían previsto volver hasta el día siguiente. Era una orden que había dado el propio Nolan con la aprobación de su esposo, después de que le regalara un pequeño beso en la mejilla.

Ninguno de los dos pensó en las consecuencias de enviar a los guardianes a visitar a sus familias, hasta que se dieron cuenta de que no podían entrar en el museo. Dentro se encontraban muchas personas ansiosas por darles la enhorabuena y otras muchas más fuera, para preguntarle cómo había ido la luna de miel y lo que eso significaba.

-Señorito, no podemos ir, es por su seguridad. – el guardián podía notar su furia a través de sus ojos. – Mi señor, por favor explíqueselo, a usted le creerá. – fue ignorado. – Hay muchas personas fuera, no sé si son peligrosas.

Pietro les mostro un chaco del jardín principal, no solo habían hombres y mujeres, sino también niños y mujeres embarazadas. Había un mito sobre los donceles que se había extendido gracias a la historia de Enok de Belland, en su aldea se le considera un dios de la fertilidad. Dándole este nombre también a los donceles que llegaron después de él. Se decía que tan solo bastaba la aprobación de uno para tener suerte dentro de la familia, aun se entregaban tributos a Enok para que esa suerte se mantuviera por generaciones.

-Debemos esperar a mañana, cuando los guardianes vengan de sus visitas. – Nolan suspiro. – Mi señor, el alcalde vendrá en unos minutos, podemos pedirle que cierre el museo al público durante vuestra visita así...

-Creí que eras más fuerte, Pietro.

La molestia de Lennox se debía a que Nolan se había negado a besarlo de nuevo, después de que tuvieran que volver a su habitación. El doncel se mostró desilusionado por no haber podido entrar, Lennox pensaba llevarlo a un par de lugares más, hasta que todo se empezó a llenar de gente. Muchos de ellos no eran de Arife, habían ido a visitar exclusivamente la ciudad para conocer a los nuevos señores de Edevane.

-Mi señor, no me diga eso. – Nolan le dio la razón a Lennox. – Es por su seguridad, hay más personas de las que recuerdo haber visto nunca en Arife.

¡Maldito, pequeño doncel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora