CAPÍTULO 73:

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ALISTEN CHONES DE REPUESTO. LOS VAN A NECESITAR. JAJAJAJAJA

YO NOMAS AVISO

MONI Y ANDREW EN MULTIMEDIA

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En efecto, como Andrew me dijo, el hotel siguió solo el resto del día y la noche. Ni una mosca se movió. Así que nos vimos en total libertad de platicar a solas en el salón, comer los dulces y merienda que los de cocina le habían dejado a Andrew; y hacer el amor en los cojines del suelo. A pesar de que yo me rehusara al comienzo, por su lesión de la pierna. Solo cuando me garantizó que estaba en perfecto estado y que no le dolería si era yo la que estaba arriba, accedí.

Terminamos de comernos las fresas con chocolate negro, y le di un beso.

—Ahora que lo pienso, algo me hizo falta en mi propuesta—removió una pestañita suelta, de mi nariz.

—¿El que? A mi todo me pareció perfecto y precioso—miré hacia el techo—las luces colgantes están preciosas, y la nieve afuera lo hace ver romántico.

—La vez anterior tú "sí" fue un gemido. En este ninguno. Debo estar perdiendo mis toques seductores.

—Ni siquiera has hecho uno—reí, y él pellizcó mi estómago.

—Ah, es por eso. Tendré entonces que remediarlo.

Acepté sus labios, pero me rehusé a lo que sugería.

—Tu pierna debe terminar de sanar.

Sus dedos acariciaron mi mejilla y cuello, y sentí que me iba a costar mucho resistir.

—Ella no será impedimento. Siempre y cuando seas tu la que esté arriba, no me dolerá.

Dudé. Porque no quería dañarle las suturas. Que luego lo lamentáramos y de vuelta al hospital.

—Llevo todo el día enloqueciéndome con tu perfume. Deseando sentirte viva en mis brazos. No me prives de eso, ahora que has vuelto a decirme que sí.

Gemí cuando sus labios rozaron los míos.

—No me prives de sentirte cálida y húmeda cuando entre en ti—sus palabras tuvieron un efecto afrodisíaco en mi—no me prives de escucharte gritar cuando llegues al orgasmo.

Sin mucha dificultad me removió la chaqueta larga y el suéter.

—No te quiero lastimar—mascullé contra su boca, cuando se apoderó de mí su mismo frenesí.

Mi mente se negaba terminantemente. Pero el corazón y mi cuerpo me llevaron a hacer lo propio con su ropa, quitándole la chaqueta pesada y soltando los botones de su camisa blanca.

—Y no lo harás. Te lo prometo.

—¿Estás seguro?—afirmó tan ansioso, que supe que tenía que aceptar o aceptar.

Que él necesitaba sentirme viva en sus brazos, después del infierno que habíamos pasado los dos.

—De acuerdo.

Le di un beso.

—Acepto hacerlo—rodeé su cuello con mis brazos, y él me tomó de las caderas, para subirme a sus piernas. Una a cada lado. Queriendo que estuviéramos fundidos el uno en el otro.

Acaricié su pecho desnudo, rozando con mis dedos su vello rubio y las tetillas. Escuchándolo respirar con dificultad. le quité la camisa por los hombros. Y como tenía su confirmación de que no le pasaría nada si lo hacíamos, me desaté.

—Quiero tenerte toda la noche en mi—susurré en sus labios, aceptando que mordiera el inferior, y soltara mi blusa que ataba en el cuello.

Su boca recorrió mis mejillas y cuello.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora