Primera noche

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☾ Ritual, con dios (sale mal) †

Narra Auron:

En una situación como está, solo queda preguntarle a Dios ¿Qué debería hacer? ¿Como enmiendo este error que acabo de cometer? Y es para empezar, ni siquiera yo sabía cómo es que yo un sacerdote tan responsable como yo era, había invocado a un súcubo, un demonio que su principal labor era el de tener sexo.

—¡Ya sueltame! — Ordené con una voz potente.

El demonio solo comenzó a reír, sin dejar de pasear sus manos por mis muslos —Oh, pequeño cordero de Dios, pero si fuiste tú quien me invocó.

Mordí un poco mis labios, para mirarlo con enojó, si era cierto, pero todo fue un accidente, yo no quería esto en primer lugar —¡Fue un accidente!.

Y era cierto, todo empezó por culpa de un maldito juego, gracias a internet me topé con un juego parecido a la ouija, solo que este parecía ser un tablero completamente cristiano, prometía el poder hablar con Jesús nuestro señor, obviamente no lo creí al principio, solo lo pedí para hacerle una broma al calvo de Rubius.

Cuando la tabla llegó, una gran curiosidad me invadió ¿Y si lo probaba? No creí que pasará algo, de todos modos estaba en la iglesia, la casa del señor, no creía que me pasará algo tan grave bajo este techo, estaba protegido ¿No?

Bueno, gracias a esa curiosidad terminé comenzando el juego, según la caja tenía que poner un par de velas y seguir otro par de reglas importantes, las cuales comencé a seguir, una vez echo eso, comencé a preguntar, al principio no hubieron respuestas, cuando me aburrí y cerraría el juego, un gran viento frío recorrió mi espalda, apagando las velas que encendí en un principio.

Tragué en seco, me levanté y quise volverlas a encender, sin embargo, una voz profunda y atrayente me llamo.

—¿Un sacerdote? Esto es nuevo —se trataba del castaño de ojos azules, quien no perdió el tiempo y comenzó a acercarse a mi.

—¿Quién eres? —retrocedí un par de pasos.

El chico comenzó a reír —Un sucubo —fue así como comenzó todo.

Regresando a la actualidad, pude notar como el súcubo de cabellos castaños y ojos azules se apartó un poco y me miro con una sonrisa de lado —¿Qué pasa lindo? De repente dejaste de pelear —dicho eso se acercó a mí oído y susurró.

—¿A caso logré atraparte?

Fue entonces que el demonio comenzó a besar mi cuello, mordiendo y succionando, aún si dejar de recorrer mis muslos y espalda baja ¿Como me escapaba? Intente tirarle agua bendita, miles cruces y rezos y el maldito no parecía estar afectado, al contrario solo me acorraló y termino subiendome en esta mesa y comenzó con su "trabajo" lo peor era que estábamos frente a una figura de nuestro señor ¿Así o más pecador?

Sacudí la cabeza de un lado a otro, tenía que encontrar una manera para sacarme de esta situación, no podía perder mi castidad y mucho menos hacerlo en una iglesia, estaba decidido, un golpe en su entre pierna y saldría corriendo, podría pedirle ayuda a Rubius y así exorcizar a este demonio.

—Ah.... —abrí los ojos de par en par ¿Esa fue mi...?

El demonio se alejó un poco y me miro con esa sonrisita —Oh.. parece que ahí te gustó ¿Lo vuelvo a hacer?

Mire a ese súcubo con el entrecejo fruncido —Jodete.

—¿No se supone que eres un sacerdote? No deberías decir malas palabras —dicho esto movió si mano hasta mi entrepierna, presionando un poco más, frotando con lentitud, era como si quisiera jugar conmigo.

—¿Qué es lo que estás intentando? —pregunté con el mismo tono enojado de antes.

—Quiero que me ruegues —contesto como si no fuera nada.

Chasquee la lengua y con un gran sonrojó lo volví a insultar —Ni... lo sueñes... ¡Imbecil!

El súcubo alzo una ceja y sin decir algo más, siguió sus movimientos en mi entrepierna, mientras volvía a besar mi cuello, todo era lento, seductor, tanto que no noté cuando comencé a nublarme, a dejarme llevar por los toques y caricias, maldecía a este demonio.

—Si me lo pides puedo ayudarte con este dolor —dijo refiriéndose a mi erección, la cual comenzaba a doler y presionar contra mis pantalones.

Aún sin quitar mi mirada enojada, solté un jadeó, para después desviar la mirada, si ese demonio quería escuchar mi voz rogándole, entonces no le daria el gusto, tal vez así se aburría y me dejaría en paz.

—¿Ya no dices nada? Venga, déjame escuchar otro de tus gemidos —no hubo respuesta de mi parte, lo único que hice fue cerrar los ojos con fuerza, manteniendo mi mente en otra parte.

El súcubo hizo un ruido con la boca, para después bajar sus manos a mi cintura apretando un poco, entonces simuló una embestida —Mgh... —ni siquiera se había desecho de la ropa ¿Como pudo sentirse tan bien?

—Soy un súcubo, obviamente va a sentirse bien —dijo como si hubiera escuchado mis pensamientos.

—¡No se sintió bien! —replique.

Fue entonces que el demonio de lindos ojos, tomo mi barbilla y comenzó un beso, uno bastante pasional, intenso y húmedo, pues en algún punto del beso comenzó a introducir su lengua, la cual exploró toda mi boca como quiso, haciendo que la habitación se llenará de sonidos lascivos.

Pero aquel beso no fue lo unico que el castaño estaba haciendo, sus manos se deslizaban entre mis piernas, liberando mi erección, dejándola completamente libre, al notarlo me liberé del beso.

—O-oye... deja eso —murmuré.

El demonio paso su lengua por sus labios —¿Seguro? Tu cabeza de aquí abajo no pide lo mismo —dijo mientras deslizaba sus dedos por la punta, su toqué era frío, pero placentero, haciendo que un leve temblor recorriera por mi espalda, incluso un jadeó pesado salió de mis labios.

Esto no podía estar pasando ¿Por qué mi cuerpo estaba reaccionando a sus toques? ¿Por qué sus besos se sentían tan asquerosos pero dejaban una sensación ardiente en mi piel? No soportaba más solo quería, alejarlo de mi.

—Por favor ...

El súcubo, quien estaba entretenido mordiendo mis hombros, soltó una risa burlona —¿Finalmente vas a ...? —dijo para después subir la mirada y verme, su sonrisa desapareció nada más me observó.

Mis ojos estaban cristalinos, incluso había comenzado a soltar un par de lágrimas, volví a hablar —Por favor, déjame en paz.

Nuestras miradas se cruzaron, mis mejillas estaban rojas, en mis ojos lágrimas pero no de placer, si no de pena, mis ropas estaban echas un desastre y la única respuesta que recibí de aquel demonio en ese momento fue un "Perdón" para después desaparecer ¿Qué había pasado?

Súcubos • Luzuplay •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora