Sumisión

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"¿Cómo terminaron las cosas de este modo?"

El creyente se encontraba de rodillas, con ambas manos sobre el suelo. Podía sentir como su temperatura aumentaba, hasta dejarlo sin aliento. Era como si todo su ser le implorara placer. 

"Maldito bastardo"

Con las pocas fuerzas que le quedaban, Hidan trató de arrastrarse, pero fue detenido por el inmenso alfa, que no dudó en ponerse arriba de él, rozando su palpitante miembro sobre la parte baja del fanático. 

El menor soltó un gemido, abrumado no solo por las caricias de ese mercenario, sino también por el intenso aroma que este despedía. 

-Hidan, préstame tu cuerpo- pidió Kakuzu mientras le retiraba la capa, junto con el resto del uniforme de Akatsuki. 

El creyente apretó los dientes avergonzado, podía sentir como sus partes privadas se mojaban, anhelando ser poseído por los bajos instintos de ese hombre tan cruel. 

"Me niego a ceder ante un alfa"

-An-Anciano…. detente- dijo el religioso con dificultad, ya que las fuertes manos del moreno habían invadido el pecho del más bajo. 

-Si de verdad no quieres esto, entonces golpéame- contestó Kakuzu apretando los pezones de Hidan, al mismo tiempo que su lengua se encarga de saborear el cuello del fanático. 

-¡Ahhhh!- el chico soltó un gemido tan dulce y provocador, que hizo que el alfa lo tomará como una señal de que podía continuar.

Despojó a Hidan de su ropa interior, notando como éste ya estaba más que preparado para recibirlo. 

-¿Siempre fuiste así de erotico?- dijo el moreno disfrutando de la vista, con esos ojos que ya tenían aquel brillo tan peligroso. 

"A este paso, de verdad va a perder el control"

El menor pasó saliva para después inclinarse, dejándose expuesto. 

-Pon…. tu enorme pene entre mis piernas- 

La forma tan directa del chico para pedir las cosas, hizo que la excitación del alfa aumentará.

De forma tosca, tomó las caderas del omega, hasta acercarlo de tal modo que su miembro pudiera rozar el de Hidan. El mayor lo embestía con fuerza, disfrutando de la agradable sensación que le provocaban los suaves muslos del jashinista. 

-¡Ngh!- el menor trataba de ahogar sus gritos, ya que alguien podría descubrirlos, pero le era casi imposible concentrarse, era la primera vez en su vida que experimentaba ese tipo de sensaciones tan adictivas. 

Y en un acto inesperado, Kakuzu jalo al jashinista para levantarlo, haciendo que el menor recargará su espalda sobre el pecho del avaro. 

Con una enorme sonrisa, que reflejaba una clara lujuria, el avaro se acercó al oído de su pareja para susurrarle. 

-Me muero por introducir mi pene en tu pequeño y húmedo agujero- 

"¡No puedo más!"

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Unas horas antes 

En la guarida de Akatsuki los inmortales se alistaban para la siguiente misión. 

Hidan estaba más que entusiasmado, ya que por algún milagro de Jashin-sama, esta vez no debían recolectar dinero o información, irían directo al campo de batalla. 

Kakuhidan "Omegaverse" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora