Diecisiete II

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Min Sujin era sinónimo de confort, un confort que hacía a Jimin sentirse pequeño otra vez

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Min Sujin era sinónimo de confort, un confort que hacía a Jimin sentirse pequeño otra vez. Él no había tenido una figura omega en su vida, y en un principio pensó que el carácter de su familia se formó de tal manera por repetir ese patrón desde siempre. Más tarde, escuchando a Sujin hablar de su esposa, de su presencia y sus sonrisas, Jimin entendió que, en realidad, la comprensión era un valor que había que poner en práctica para poder desarrollar y expandir, que cualquier persona la podía ejercer, incluso si no se había recibido un ejemplo. Era una cuestión de pensamiento, de tener control y autonomía sobre ellos.

—Él nunca ha hablado tanto de mamá antes —Yoongi le confesó un día, cuando Jimin le contó que oyó la historia de su primera y única clase de karate —Creo que papá piensa que el recuerdo nos hará daño, pero hay muchas cosas que he olvidado de ella. Y aunque era pequeño y no me puedo culpar por hacerlo, eso es frustrante. Me gustaría que él me las recordase. Pero entiendo su punto. Así que me alegra que hable contigo, no puedo imaginar cuanto lo necesita.

Eso le pintó una sonrisa en el rostro, se acomodó mejor en el sofá y puso sus pies sobre el regazo de Yoongi, quien le hizo cosquillas al acariciarle la piel expuesta de sus tobillos.

—Deberías decírselo, pedírselo. A él se le ilumina el alma cuando habla de tu má. Me hace quererla sin ni siquiera conocerla. Les hará bien a los dos —le aconsejó, Yoongi lo meditó antes de asentir.

Ese niño pequeño que Jimin fue, regañado, asustado y ansioso por ser perfecto se sentía contenido y abrazado por Min Sujin y su generosidad. Cuando ese hombre de aroma calmo y apacible le enseñaba con paciencia, cuando validaba su frustración y su curiosidad, Jimin sentía que se estaba convirtiendo en otra persona. Estaba sanando.

Por eso se esforzaba por escuchar y aprender, porque era consciente que el camino sería larguísimo.

Así que cuando el omega les repitió varias veces que su hijo mayor necesitaba ayuda para mudarse y que estaría fuera por unos días, Jimin creyó que era la ocasión perfecta para seguir con su misión.

Entró a la cocina para encontrarlo meditando cosas en voz baja, mientras buscaba ingredientes en el refrigerador y las alacenas. Todavía llevaba la ropa formal del trabajo, perfectamente planchada y pulcra.

—Quiero ayudar —le dijo, y rebuscó por un delantal extra que había visto en algún sitio —Dígame qué más necesita, lo buscaré mientras usted se cambia.

El hombre lo miró y sonrió.

—Gracias, pero si me vuelves a tratar de usted me pasaré con el picante en tu plato —le dijo de forma suave y risueña.

A Jimin se le calentaron las mejillas. Llevaba un buen tiempo luchando para manejar la informalidad con el otro omega, pero era difícil. Sobre todo, porque Jimin siempre había estado obligado a ser respetuoso, aunque no quisiese, y porque para él hacerlo a voluntad significaba su profundo aprecio. Respetaba a Min Sujin porque él le había demostrado merecerlo. Le costaba el mundo darle menos que eso.

Yuan bei - Yoonmin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora