Capítulo 47: Un día lluvioso

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Academia Plateada (comedor)

Las nubes grises cubrían los cielos sobre la academia plateada mientras que el incesante goteo de la lluvia comenzaba a dejarse caer sobre las gastadas tejas del aciago edificio. Sentado en una mesa aledaña a una ventana, un joven Snivy contemplaba el caer del agua sin apenas probar bocado de su plato de comida. A su lado, Arthel y Trucy se encontraban charlando (no podía ser de otra manera) sobre la inesperada batalla que habían atestiguado más temprano ese día.

—Sí, me quedé helado viendo moverse al señor Crustadón de esa manera— decía el Mudkip— No me lo esperé ni en un millón de años que alguien como él pudiese ser así de rápido. ¡Es simplemente imposible!

—Es verdaderamente aterrador... un auténtico monstruo —decía la Fennekin temblando.

—¿Todavía sigues con eso?

—¡Por supuesto que sí! ¿Acaso no viste como destrozó a la profesora Kuvira? Ese golpe seguro que le causó daños severos a la pobre.

—Hmm, esos son los riesgos de la batalla, supongo. Pero tranquila, seguro que ella estará como nueva en un dos por tres.

—Arthel tiene razón —dijo Sattler llegando junto a Terrence y sentándose en la misma mesa que sus amigos, trayendo tanto su cuenco de comida como el del Turtwig en sus brazos—, la profesora no es alguien que se dé por vencida tan fácil. Ya te lo digo yo.

Tras acomodarse, el tipo tierra siguió charlando con sus amigos. Sattler dijo que mientras él y Terrence iban a buscar su almuerzo, escucharon a varios otros estudiantes charlar al respecto del tema del keprom. Muchos parecían tener opiniones similares a Arthel. La Mienshao y su gran espíritu de combate era ya de sobra conocida por los estudiantes; una derrota no la derrumbaría, al contrario, la alentaría a entrenarse más duro. Trucy debió aceptar que razón no les faltaba, y después distrajo su mente con la cuestión física de cómo un cuerpo con las dimensiones del Golisopod había conseguido moverse a esas velocidades. Si, todavía sentía pavor al ver al enorme tipo bicho, pero eso no evitaba que su curiosidad científica surgiera, por lo que no perdió mucho tiempo y, sacando lápiz y papel, comenzó a realizar cálculos una vez terminó con su almuerzo.

Arthel sonrió al ver a su amiga más calmada por fin, cuando de pronto, la voz de Terrence vino a echar un balde de agua fría a todos.

—Disculpen, pero... —se escuchó la apagada voz del tipo planta—. ¿No estamos olvidando algo importante? ¿No quedamos en que nos pondríamos de acuerdo para estudiar para los exámenes?

—¡Por Lugia, Terrence, tienes razón! —espetó Arthel abriendo la boca al máximo por la sorpresa.

—Es verdad, tenemos que hablar sobre eso... A todos nos vendría bien una pequeña sesión de estudios para prepararnos para los exámenes— reconoció Sattler—. Y con esto me refiero a tener una sesión para cada una de las asignaturas, porque no hay ninguno de nosotros que no esté flaqueando en alguna.

Todos los presentes esbozaron una risa incómoda y lentamente apartaron sus miradas los unos de los otros. Arthel fue el primero en reaccionar.

—Ejem, si, bueno... Entonces, ¿cómo lo hacemos? ¿Vamos a repasar nuestros apuntes o cómo?

—Creo que no estaría mal comenzar por compartir los apuntes que hemos tomado entre todos y tratar de resolver las dudas que tengamos — respondió Trucy mordisqueando su lápiz.

—Ok, y lo otro... ¿Dónde podríamos juntarnos a estudiar? ¿Aquí en el comedor?

—No es buena idea. Es un sitio demasiado concurrido y bullicioso como para concentrarse —puntúo Terrence.

Pokémon Ausvandel: La academia PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora