Capítulo 5

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Madison Russell

En el fondo de mi corazón siempre supe que mi destino ya estaba escrito, que por más que intentara ir en contra de la corriente algo o alguien haría que volviera aquellas páginas donde está dictado el futuro de mi vida. Y hoy, después de mudarme definitivamente de nuevo a la casa donde crecí, sé que por más que luchará y discutirá con papá por tantos meses, era aquí donde terminaría.

Mamá no ha parado de hacer planes para nuestros días nuevamente juntas, como madre e hija y solo me queda sonreírle y ser lo más genuina posible con ella, para que no descubra lo mal que me siento por fracasar como una adulta independiente.

Papá, al contrario de mamá, no me ha dirigido la palabra en todo el día y yo tampoco he hecho el intento de acercarme a él, todo está demasiado reciente y mi pecho arde de solo recordar lo fácil que fue para él, el darme la espalda, todo por su empresa.

Ahora solo me queda continuar con mi destino y formar parte de la gran empresa Russell junto a Alexander y de solo recordar su nombre y saber que pasaré bastantes horas al día a su lado, mi estómago se aprieta y las traicioneras mariposas salen a volar dándome ganas de vomitar por lo patética que soy.

Observó mi celular con un mensaje de Josh diciéndome lo mucho que me extraña en el restaurante y lo desagradable que está siendo el jefe, más de lo normal, con todos sus trabajadores.

He estado mayor parte del día en mi habitación, supuestamente instalándome nuevamente, pero la verdad es que solo saque la ropa de mi maleta y la colgué en los percheros, después de ocho meses aún no tenía nada propio más que mi ropa barata.

Cierro mis ojos y posó mi antebrazo en mi rostro intentando descansar mi mente y dejar de pensar en lo que vendrá mañana o el resto de mi vida siendo parte de la empresa de mi padre.

Pero entonces unos golpes en la puerta de mi habitación me sacan de mis pensamientos y quito el brazo de mi rostro para sentarme y gritar un adelante.

En cuanto la puerta es abierta y el fuerte perfume masculino caro que ya conozco llega a mis fosas nasales, mi pulso se eleva y mis ojos escanean la figura de Alexander.

Él ingresa lentamente y sus ojos viajan por toda la habitación pintada de color blanco hasta llegar a la cama donde me encuentro.

_ Alexander - susurro cuando él me queda observando por un rato sin articular palabras.

Él pestañea y termina por ingresar a mi habitación cerrando la puerta atrás de él.

_ La última vez que entre a tu habitación era de un color rosado y tenías póster de tus bandas favoritas - habla y yo desvío mi mirada observando mi habitación ahora sin el color rosado pastel que tanto me gustaba, pero que decidí cambiar cuando descubrí que ese color solo me hacía ver más inmadura y yo solo quería crecer y verme alguien que pudiera tratan como adulta y no como una niña.

_ Ya no soy una niña, Alexander - digo y aunque intento no sonar hostil no puedo evitarlo y es que aún me molesta y lástima que él continúe viéndole como la niña de 5 años que él conoció.

Ya había crecido y aunque me falta mucho por recorrer, madurar y crecer, no significaba que él continuara esperando que yo siguiera siendo esa niña pequeña que amaba el rosa y corría hacia él cuando llegaba a casa. Eso había quedado atrás hace mucho tiempo.

_ Lo sé - susurro él y pude notar un tinte melancólico en su voz y eso solo me molesta más.

_¿Qué necesitas? - pregunto algo molesta y él rascó la parte trasera de su cabeza al notar mi mal humor.

El Amigo de Papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora