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Tesla

Yo: Disculpa, ¿conoces a Willow? ¿Willow Heavenly?

Extraño: No, lo siento.

Yo: Oh, está bien. Gracias.

Luego vuelvo a detener a alguien más en la entrada, esta vez a un chico que camina desgarbado y que pareciera que su mochila le quebrará la espalda por el peso.

Yo: Disculpa, ¿conoces a Willow Heavenly? Es como de esta estatura. —Le señalo con mi mano la altura que más o menos recuerdo de Willow.

El desgarbado: No hermano, lo siento.

Yo: Claro. Gracias de todos modos.

"F": Esto nos llevará todo el día —se queja mientras se abanica el rostro con un panfleto de ofertas del Walmart que encontró en su mochila—. Deberíamos rendirnos por hoy.

Yo: Aún no.

Desde temprano estamos en la entrada del campus preguntándole a personas al azar si conocen a Willow. Tengo la seguridad de poder averiguar de este modo qué día tendrá clases y en qué salones o auditorios las recibe. Conozco la hora en la que suele llegar a la universidad porque cuando hablábamos por mensajes de texto siempre me decía cuando ha llegaba o cuando había salido camino a casa, pero nunca me detuve a preguntar sobre las clases a las que asistía. Además, a esta hora Willow tendría que estar llegando al campus, así que supongo que algo tiene que estarle sucediendo para no haberlo visto rondando por aquí, lo que también me lleva a pensar que eso ha de ser culpa mía.

Quisiera llamarle, y tal vez si de encontrarle se trata esa sería la idea más acertada que podría tener. Pero no quiero deshacerme en disculpas a través de un teléfono celular. Quiero hacerlo en persona, y me conozco lo suficiente como para saber que desde el momento en el que pueda hablar nuevamente con él no podré retener más lo que pienso.

Si tan solo le hubiese pedido una fotografía de su horario de clases me habría ahorrado todo esto.

Tal vez ese fue demasiado descuido de mi parte. Tendría que haberme esforzado más por saber cosas de ese tipo. ¿Habría querido él enviarme una fotografía de algo así de todos modos? Tal vez sí. Yo le habría enviado una del mío. Es lo que se supone que se hace cuando te gusta una persona. Soy un tonto por no haberle pedido eso y por no haberme dado cuenta antes lo mucho que me gusta Willow.

Yo: Disculpen, ¿conocen a Willow Heavenly?

Chicas desconocidas: No —responden al unísono—. Lo sentimos.

Yo: Está bien. Gracias. —Y les sonrío.

Ya casi es medio día y nos hemos saltado dos clases por estar haciendo esto. "F" comienza a impacientarse. No obstante, ha hecho el esfuerzo de quedarse conmigo.

Siento la cara un poco adormecida. Tal vez porque no he dormido lo suficiente o tal vez porque no he comido adecuadamente, o tal vez porque estoy ansioso. Le he dado vueltas en mi cabeza una y otra vez a las palabras que le diré a Willow cuando hablemos, de tal forma que ya parecen un discurso bien ensayado listo para ganar un concurso.

Me he preguntado tantas veces si él estará dispuesto a escucharme, pero cada vez que formulo esa interrogante tengo que convencerme de que todo saldrá lo más favorable posible. El miedo que tengo de que algo salga mal es lo que me fuerza a pensar que las cosas saldrán bien. Es una relación simbiótica entre la pesadez de la ausencia de Willow y el alivio que siento porque sé exactamente lo que siento por él. Ambas sensaciones se persiguen una a otra, incansables. Como cuando los perros persiguen su propia cola, dando vueltas en círculos y mareándose hasta la médula.

El universo que llevamos dentro (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora