𝐒𝐇 || Era 1950 en Corea del Norte cuando Sun-hee fue llevada a un campo de concentración. Allí conoce el amor enamorándose del enemigo, un soldado surcoreano.
Decidí desearte, decidí mirarte, decidí amarte aún cuando sabía cuál sería nuestro final...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un ruido tormentoso que resonaba haciendo eco, paseándose dentro de la edificación, en compañía de un dolor punzante en su pecho. Aquel dolor que descolocaba sus sentidos y emociones y le ocasionaba un zumbido en sus oídos. El dolor que destrozaba y consumía lo que le quedaba de corazón, atando en un nudo dentro de su garganta, ardiendo y quemando todo en su entorno; un bosque en llamas, una guerra sin retorno, un río de emociones, un alma desconsolada o simplemente una muerte silenciosa.
Supe en ese instante que nada sería fácil desde ahora. Aunque lo intentemos una y otra vez, hasta cansarnos; aunque quisiera escapar mil veces, y otras dos mil más.
Aunque mi "yo" en estado físico, el materialista y superficial saliera a manera de escape. Aunque me escapara para ya no regresar, no podía.
Mi corazón seguiría aquí, seguiría con él.
Y quizá estaba siendo demasiado ingenua creando ilusiones y esperanzas donde no las habían. Sí, lo acepto. Quizá estaba exagerando un poco y todo esto terminaría de la mejor forma posible. Pero, en este entonces, solo en este momento, yo me quería completa. Un término difícil de explicar, término que en mis pensamientos sonaba mejor. Aquella interpretación que necesitaba de un contexto para sustentarse.
Pues, ¿cómo le explicaría a los demás que mi corazón se sintió atraído por unos ojos que brillaron debajo de un cielo nocturno? No había forma de explicar lo embelesados que quedaron mis oídos al escuchar su voz pronunciar mi nombre una y otra vez. Cuando aquellos labios rojizos sonrieron en sintonía del eco de su voz, llamándome.
Cuando mi corazón volvió a sentirse cálido, cuando sus manos rodearon mi cintura y juré escuchar los latidos de su corazón.
O quizá sólo era mi mente haciéndome pensar cosas donde no las había. Pero de algo estaba segura, esa noche fue distinta a las anteriores.
Él me miró diferente y yo lo noté.
Te noté, Park Sunghoon.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
━━━━━━
Sangre se deslizaba por los nudillos de su mano, caía de forma descendente manchando y creando pequeños charcos de sangre a su alrededor. Su respiración estaba más agitada de lo normal, como si la presión arterial se haya convertido en presión sistólica, bombeando más rápido de lo normal su corazón a medida que su cuerpo avanzaba, dejando detrás todo el buen ambiente formado hace unos minutos.
