Sandra
Dani ha cargado con las bolsas de mi ropa todo el tiempo, me ha comprado un montón de cosas, incluso zapatos de invierno y un abrigo. Su madre no me dijo cuánto dinero tenía él, pero por sus palabras puedo adivinar que no era demasiado, sobre todo para la vida en Estados Unidos.
Nos hemos detenido en un taller mecánico antes de ir a comer, quiere encontrar trabajo cuanto antes. Lo veo salir del taller, no parece muy contento.
—¿Qué te han dicho?— le pregunto cuando se sube al coche.
—No están buscando a nadie ahora mismo, pero me llamarán si me necesitan.
—Ya surgirá algo, Dani.
Él asiente.
—Puedo trabajar— le digo.
—No, quiero que sigas estudiando y que le demuestres a tu maldito hermano que puedes ser la mujer que él quería que fueras aunque estés embarazada de mi hijo.
—Dani, hasta dentro de dos meses no voy a poder acceder al dinero del fideicomiso, no quiero que toda la responsabilidad recaiga sobre ti.
Pone una mano sobre mi muslo.
—Hazlo por mí, por favor, me gustaría que siguieras estudiando.
—Está bien, llamaré a la universidad y veré cómo puedo estudiar a distancia.
—Gracias, chiquita.
Arranca el coche poniendo rumbo al restaurante donde me quería llevar, no me ha dicho cuál es.
—A todo esto, ¿qué es lo que estás estudiando en la universidad?— me pregunta.
—Derecho, quiero ser abogada empresarial.
Dani sonríe.
—Mi madre lo es— dice— Le va a encantar saber que estás estudiando su misma carrera.
—Entonces podría pedirle ayuda con algunas cosas que no entiendo.
—Estará feliz de que lo hagas.
—¿Me prestas tu móvil para llamar a la universidad? Dejé el mío en México.
Dani me entrega su móvil, marco el número de mi tutor, de tantas veces que lo llamé para que me ayudara me lo aprendí de memoria.
—Profesor Mauricio, soy Sandra Reyes.
—Sandra, querida, ¿en qué puedo ayudarte?
—Bueno, me he mudado a Houston por algunos problemas personales, quería saber si hay alguna posibilidad de que pueda seguir estudiando a distancia.
—Sí, por supuesto, la universidad cuenta con un programa para alumnos que prefieren estudiar desde casa.
—¿Y con quién debo hablar para cambiar la modalidad de mi carrera?
—Te llamo más tarde, debo hablar con el decano, él es quien debe autorizar el cambio. Yo me encargo de todo, no te preocupes.
—Gracias, profesor, de verdad se lo agradezco.
—No tienes nada que agradecer, eres mi mejor alumna, Sandra, no me gustaría que nadie se perdiera tu talento. Te llamo a este mismo número, ¿verdad?
—Sí, por favor y, de nuevo, muchas gracias.
Dani detiene el coche justo cuando termino de hablar por el móvil. Mis ojos se posan sobre el restaurante que tengo a mi lado.
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LA PRINCESITA #2.5 [Disponible en físico]
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