Capítulo 04.

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Primero fue un olor fuerte, como si hubieran quemado algo, luego, la cabaña se envolvió en humo

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Primero fue un olor fuerte, como si hubieran quemado algo, luego, la cabaña se envolvió en humo. Sus párpados pesaban, pero se obliga a abrirlos cuando su mente no encuentra una explicación lógica. Los dedos de sus pies tocan el suelo, estaba frío y la madera tallada le hacía cosquillas. 

Cruza la puerta y atraviesa el pasillo, esa cabaña tenía las habitaciones separadas, aunque había más de una cama en todas, sí que era diferente al resto, más cómoda y privada. 

—¿Taylor? —lleva las palmas de sus manos a su frente, cubriendo sus ojos, tratando de verlo entre todo el humo. —¿Todo está bien? 

No obtiene respuesta. Las luces estaban prendidas y el reloj que está en la entrada, sobre la puerta, marcaba las 3:14 de la mañana. 

—¿Qué haces? —le fue imposible no toser, lo ve de pie, frente a la estufa de gas, va descalzo y lleva únicamente unos pantalones de pijama negros puestos, dejando al descubierto una espalda ancha y musculosa. 

Cada surco y protuberancia era como una historia para explorar

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Cada surco y protuberancia era como una historia para explorar. Los músculos dorsales se desplegaban como una red de cables fuertes, evidencia de años de entrenamiento. 

Siente la necesidad de hundir sus dedos sobre la piel o simplemente deslizarlos, tratando un recorrido sobre cada surcó o marca. 

—Vete a la cama. —ni siquiera se gira para mirarlo. 

—¿Pretendes que duerma con ese olor? —llega hasta él y lo empuja. —Mira todo el humo, ni siquiera se distingue bien. 

Se percata que hay un sartén con lo que en su momento pudo ser pescado comestible, pero sin duda, no lo era ya. 

—No necesito tu ayuda. 

—Yo necesito dormir. 

—Ese no es mi problema. 

Nick se gira, su frente se arruga y se obliga a respirar profundamente. Puede sentir como sus puños se cierran con fuerza. 

—Tú eres mi maldito problema. Desde que llegaste no has hecho más que arruinar mi horrible estadía aquí. —su dedo índice lo señala y cuando menos se percata ya lo está tocando, empujándolo con brusquedad sobre su pecho. 

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