Idaho

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Tenías 25 y yo 19 años cuando nos presentaron, a pesar de la diferencia de edad inmediatamente congeniamos, tu estabas en la cúspide de tu carrera y yo en la farándula apenas estaba abriendome paso, tu ibas por el postre cuando yo estaba principiando mi plato, en el salón estabas en las sillas de los nominados, mientras yo estaba de pie aplaudiendote en el otro costado. Tan pronto como las estaciones iban pasando, nuestro trato se iba reforzando, hacíamos todo juntos desde llevar el cabello desaliñado hasta usar los pantalones rotos y manchados, desde usar la barba mal recortada hasta llevar bordados personajes de Marvel en nuestros zapatos, hacer viajes en moto para acudir a conciertos, compartir muchos proyectos, ser vegetarianos, ser muy reservados, ser un dúo dinámico. Éramos muy jóvenes y estábamos chiflados, éramos inquietos y estábamos tostados, éramos indomables y estábamos degustando el estrellato, éramos salvajes y estábamos remando lejos del chasco. Sabía que de adolescente tuviste una vida inconstante, sabía que de tu país natal emigrastes, sabía solo las cosas que no te avergonzaban contarme, podría darme una idea de quién eras por como solías expresarte, por como trabajabas y tocabas la guitarra hasta que a tus dedos le salian sangre, por la delicadeza con las que tratavas a las mujeres y el amor con el que te veia tu madre.  Los productores cinematográficos siempre te querían,  y gracias a ti en sus películas a mi también me requerían, de nuestra hermandad hablaban en los periódicos todos los días. Siempre puedo contar contigo hasta en los momentos más peculiares, siempre hacías un espacio en tu agenda para acompañarme a visitar la tumba de mi padre. Siempre le decías a todos que era tú hermano menor, que teníamos diferentes rostros pero eramos iguales de corazón, nuestros mundos giraban en simultáneo como las elices de un ventilador, éramos dos gemas de las montañas codiciadas por el mismísimo dios. Somos atacante y defensa, creador y distribuidor de la misma jerga, entrenador y competidor de la mejor contienda, el es mi ultima parada entre todas las que pase en mi camioneta, con el puedo quejarme sin que me dé pena, con el puedo tener onzas de indulgencia, y tener granitos de sal de conciencia. Cuando estoy con el no puedo evitar ser atemporal, porque nos enfrascamos demasiado que no dejamos de hablar, tanto así que ni un tsunami nos puede desconcentrar. Cuando lo veía en la mesa de aquel club bebiendo alcohol y consumiendo coca, muchas advertencias y discursos sobre las consecuencias de eso salian de mi boca, pero me decía que solo lo hacía para sentirse en onda, para demostrar no ser un mojigato de mente redonda. Entonces se volvió un hombre psicodelico, que a todo tipo de abstinencia era alérgico, las cosas que hacía para nadie eran un secreto, porque al trabarse no era nada discreto, empezo alimentando el vicio ajeno, hasta que la mala influencia lo volvio uno de ellos, le hice caso cuando me dijo que no me lo tomara encerio, que sería algo de solo un par de momentos, nunca imaginé que de ese lugar saldría muerto.

El se hería por fuera tratando de matar lo que tenía dentro, el se veía muy feliz cuando actuabamos como niños pequeños, cuando jugábamos en el sube y baja del pueblo, cuando nos tirabamos en el barro mientras estaba lloviendo, cuando escuchábamos música en el viejo estéreo. Cuando su novia le escribia prosas en las que lo hacía sentir querido, cuando íbamos al zoológico a alimentar a los cocodrilos, cuando en mis cumpleaños adornabamos con fresas el pastel, cuando en año nuevo le poniamos la estrella al árbol y veiamos el cielo arder, cuando en sus ataques de narcolepsia lo abrazaba y le decía que todo estaba bien. Yo lo amo y no necesito que me paguen para hacerlo, el es mi debilidad y nunca ha sacado provecho, el es mi hogar desde que iniciamos en el entretenimiento, el es mi amigo desde que compartimos set grabando nuestro primer video. Yo no me di cuenta que mientras miraba los tulipanes el solo veía monte, que mientras yo de la vida recibía amor el recibía electrochoque. Cuando el no podía con el dolor en un estado de trance tomaba un vuelo a Roma, y yo lo seguía en silencio hasta que volteara y me dijera que sentía su alma en coma, entonces yo unía su frente con la mía y le decía confiado que la despertaría a toda costa, el nunca necesito la física y la química para salir adelante, solo su talento para ser una leyenda vibrante, para conseguir el pan y tener una luminosidad imborrable. Somos dos tiburones buscando presas faciles en el mar, somos dos aliens invadiendo la naza espacial, somos dos demonios con pactos en el más allá. El me provee protección y yo le doy visión, el me provee la introducción y yo le doy la conclusión, el deshace la enmarañada madeja de espinas, que tiene el cuadrante de mis epifanías. Nos llevaremos el uno al otro hasta que llegue el fin de la raza humana, hasta que revivan las momias ya sepultadas, hasta que los amarres y las malas energías pierdan su eficacia, hasta que la llorona con el coco vestida de rojo se quiera casar, hasta que los picaflores tomen el polen de una sola flor nada más. Amo cuando en halloween nos vestiamos de prostitutos, de Scooby Doo y Shaggy en su furgo, de hippies en busca del cambio absoluto, cuando hacíamos fiestas alocadas y despertabamos a todo un conjunto, cuando aumentabamos el kilometraje con el turbo, cuando tragabamos Elio y hacíamos graciosos sonidos, cuando nos ayudabamos en los exámenes con señas y murmullos. Fueron años de escupir en el mismo suelo, de ganar el mismo sueldo, de batallar por el mismo sueño, de tener el mismo dueño, de usar la misma colonia, de pisar la misma alfombra, de producir la misma testosterona.

El sábado en la tarde habíamos quedado que en el local de su tío iba a hacer una aparición fugaz, sus hermanos y yo en la entrada lo íbamos a esperar, el llegaría después de ir al club the viper room por unas cervezas para calentar, pero el no apareció y las horas se empezaron a gastar, en los primeros minutos no me preocupé porque era parte de el no ser puntual, en los próximos si lo hice porque mi mente me decía que algo estaba mal, las cosas se descompusieron cuando lo salimos a buscar, no lo encontrábamos por ninguna parte pero todos entendimos que pasaba cuando atendí el celular, me pusieron al tanto de que había fallecido por una sobredosis de opioides camino al hospital. Entonces ahí comprendí que esa era la razón de porque nuestro dia había sido muy perfecto, en la mañana despertamos riendo, luego cocinamos unos deliciosos panqueques rellenos, tomamos dos tazas de café humeante, fuimos al trabajo y las grabaciones salieron impecables, el destino me estaba preparando para esta pérdida, para que pudieramos tener un instante lindo ya que era nuestra última vuelta. Nunca te pudiste subir al escenario como lo prometiste, tenías 28 años cuando te fuiste, todo el tiempo me culpo por no poder corregirte, porqué nada bueno a tu situación pude contribuirle, te echo de menos como no te imaginas, tuve que estar más pendiente de los problemas que tenías, tuve que haberte preguntado cómo te sentías, tal vez si hubiera hecho eso así no terminarias. Odio hablar en pasado de el así que siempre lo hago en presente, odio que su versión más adulta ya no pueda conocerle, que no haya vivido lo suficiente, para disfrutar de los nuevos descubrimientos, de los nuevos inventos, de las nuevas formas de admirar el universo.

 Odio hablar en pasado de el así que siempre lo hago en presente, odio que su versión más adulta ya no pueda conocerle, que no haya vivido lo suficiente, para disfrutar de los nuevos descubrimientos, de los nuevos inventos, de las nuevas formas de...

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Escrito por: Icónica
Imagen de su autor.

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