Fantasmas Equivocados (sueños de una noche)

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Simples historias

Algunas personas creen que deberían dejar las cosas como están, que enfrentarse al mundo solo es un peligro más. Claro, típica respuesta de un ciego, un fan de la historia, de todos esos modelos a seguir, pero nunca fan de sí mismo.

     Me han expulsado de más escuelas de lo que recuerdo, yo no tengo problema con eso, son ellos los que parecen tener problemas conmigo, y seria obvio siendo que me resulta difícil quedarme callada. Me tiene sin cuidado lo que piensen de mí, es mi vida, yo decido por ella, eso es algo que aun no logran quitarme.

     Era finales del 2001, meses antes, el mundo entero había posado sus ojos en la tragedia de Nueva York, fue un atentado terrorista suicida por los miembros de la red Yihadista Al Qaeda, secuestraron tres aviones y los pusieron en direcciones diferentes, el propósito, darle una lección al gobierno estadounidense, cabe decir que sus negocios en ese día salieron a la luz, jugar sucio esa vez no les resulto tan atractivo. Mis padres murieron ahí, eran de la junta directiva, una familia prestigiosa, cuyo apellido aparecía en la revista Times: “La moda y el mundo ejecutivo; la familia Stevered”. Yo odiaba aparecer en esas morbosidades, hacían que la gente hablara solo mentiras de mi, todo lo que obtenía era debido a la imagen de mis padres, y yo no toleraba en lo absoluto eso, arruinaban mi vida. Si, ame a mis padres, pero no su afán por el poder, preferiría que trabajaran como empleados de limpieza y verlos todos los días, a que me dieran todo lo que creían me merecía y no verlos nunca. Ahora los veía más seguido, en el jardín del The Green-Wood Cementery, procuro visitarlos cada fin de semana e insultarlos hasta llorar y terminar pidiendo perdón por algo que yo no hice.

     Ellos están muertos, yo estoy sola, y para el mundo exterior, soy solo una huérfana olvidada, más rica que el diablo, y más sola que el mismo Dios.

     Quien dice que no he de crecer y escupirles en la cara todo lo que he estado guardando, tal vez esté loca, pero no es por mi falta de cerebro, sino por mi exceso de razón.

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Memorias

 Ahora, estamos en el 2012, preparados para las fiestas navideñas y el año nuevo, esos días yo lo festejo con mi familia, más que eso, esa familia era yo misma. Llevaba 11 años en el orfanato Hospice of New York, era 24 de Diciembre, todos estaban en el salón abriendo obsequios como poseídos y reprochando lo que no les habían traído, son tonterías, deberían trabajar y comprarse lo que quieren, no esperar a que les caiga del cielo, claro, en su mayoría eran niños, demasiado malcriados como para estar en un orfanatorio.

     Lidia y yo, éramos las únicas mas ancianas, ella tenía 16 años, recién cumplidos, yo estaba a tres meses de cumplir 18, pero estaba harta. No podía salir sin que un guardaespaldas me acompañara, o sin que un mayor eligiera lo que debía usar cada 11 de Septiembre, vestido negro y tacones, y una cara patéticamente hipócrita.

–     ¿Qué planeas hacer en cuanto cumplas 18, Erin? – pregunto Lidia con un dejo de tristeza en su voz, y con una clara esperanza de que la llevara conmigo.

–     Fumar y tomar todo lo que quiera – voltee y mire su cara de sorpresa –. Solo bromeo, no planeo quedarme aquí hasta que se llegue el día de mi cumpleaños.

–     Sabes que si te fugas, tu herencia se quedara en manos del orfanato – me dijo tan sorprendida por mi decisión, que casi note como ardían sus ojos debido a su torpeza.

–     Les hace falta, ese dinero no me interesa, estoy becada en la universidad que quiero, tomare como pretexto eso para mudarme lo antes posible, y dejarle todo el dinero a personas que lo necesitan.

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2013 ⏰

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