Prologo

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La explosión los cegó a todos, el sacrificio de Juan paso demasiado rápido como para que alguien pudiese reaccionar o al menos intentar intervenir, especialmente tras el shock de todos al ver a Drako morir justo frente a sus ojos sin poder hacer absolutamente nada. Todos se encontraban aturdidos con un pitido en los oídos, eso no los detuvo de levantarse y acercarse al centro de la plaza donde solo quedaba el bastón del profeta y el sombrero de hechicero de Juan. Muchos dijeron el nombre del hechicero en voz alta, como si él pudiera contestarles, otros cuantos sonaban sorprendidos, el híbrido recuerda que Ari comenzó a llorar, también recuerda a Zorman intentando encontrar el cuerpo de su amigo. Spreen simplemente se quedó mirando en silencio, procesando lo que acababa de pasar, Juan mato al Profeta a costa de su propia vida, Juan se había ido.

Lo que paso después esta algo borroso para el oso, recuerda quedarse parado por un buen tiempo mirando aquel sombrero tan característico en el suelo, aquel sombrero que el termino por darle a Juan después de rogárselo por tanto tiempo. Spreen se sentía como si estuviera en piloto automático, estaba consciente de que su cuerpo se movía hacía aquel gorro para tomarlo, pero a la vez sentía que no tenía control sobre sus acciones, simplemente era un pasajero en su propio cuerpo viendo las cosas pasar. No supo cuando tomo el sombrero, de un momento a otro ya estaba en sus manos y el simplemente comenzó a caminar de vuelta a casa, ignorando a las personas en duelo al comprender que Juan ya no estaba con ellos, que su amigo se había sacrificado con tal de darles la libertad que tanto deseaban … en el pequeño momento de claridad que tuvo, Spreen no pudo evitar pensar que el costo por su libertad no había valido la pena.

Al llegar a casa se sentía un poco más en control sobre sí mismo, colocando el sombrero sobre uno de sus cofres sentándose en su cama, pelusa no tardó mucho en subir con él y acostarse en su regazo, Spreen simplemente acaricio la cabeza de su gata, gata que tenía gracias a Juan. Aún recuerda como el hechicero había decidido no revivir a más mascotas, aun así, decidiendo hacer una excepción por él, el oso siempre estaría agradecido por ello. Paso mucho tiempo sentado simplemente acariciando a su gata mirando a la nada, su cerebro aun tratando de procesar que es lo que había pasado, el sonido de una notificación finalmente le hizo volver al mundo real. Al revisar su celular pudo ver que todos estarían organizando un funeral para Juan mañana en la mañana, Spreen se quedó viendo la pantalla hasta que una gota cayó sobre esta, se llevó una mano a la cara sintiendo sus mejillas mojadas, finalmente dándose cuenta de que estaba llorando.

¿Cuánto tiempo llevaba llorando?

Era extraño saber que lloraba por la muerte de su amigo cuando él se sentía incapaz de sentir algo, es como si realmente no pudiera sentir nada o quizá era obra de su mente haciéndole creer que no sentía nada para facilitar el duelo, sin duda sentía algo de no ser así, entonces no lloraría. Finalmente termino por recostarse en su cama mirando al techo nuevamente quedándose en trance viendo a la nada por quien sabe cuánto tiempo. En algún momento su mirada se dirigió nuevamente a aquel sombrero de hechicero, por primera vez en horas Spreen pudo sentir algo, culpa. Juan se sacrificó por todos ellos, había muerto para liberarlos ¿y qué es lo último que ellos hicieron por él? Explotarle su santuario. Una parte de él aun podía escuchar como el castaño le decía que aquel santuario era como su corazón y aun sabiendo eso se unió a los demás para destrozarlo en mil pedazos, explotando cada rincón que pudieron … ¿Por qué se sacrificó por gente como ellos?

“Si aun siguieras aquí me tragaría mi orgullo para pedirte perdón.” Dijo a nadie en especial, después de todo Juan ni si quiera estaba aquí, Spreen pensaba que no había nada despues de la muerte, pero si lo hay seguramente Juan se encontraba ahí descansado. “Si sirve de algo, lo siento.” Jamás podría disculparse de forma sincera con el castaño, él ya no estaba aquí y ellos tenían la culpa de ello, Spreen quería dejar de ver ese sombrero, pero la culpa no se lo permitía, quizá esta era su penitencia por ser tan mal amigo con Juan. El mismo chico que le devolvió su gata, el mismo chico que se preocupó cuando vio su ojo lastimado, el mismo chico que intento buscar la paz en la guerra con Reborn solo para que no volviera a lastimarse, el mismo chico que se puso de su lado cuando no pudo hacer las cosas de forma pacifica.

Juan hizo tantas cosas por él y él no pudo hacer una sola cosa por él, pudo intentar avisarle sobre los planes de explotar su santuario, pudo ir a su santuario para persuadirlo de estar con el profeta, pudo hablar con él y escuchar sus razones para estar con su padre, pudo hacer todo eso y más, pero decidió no hacerlo y quizá de haberlo hecho el hechicero tal vez seguiría aquí con ellos, de haber hecho algo diferente tal vez Juan no estaría muerto.

Spreen se acostó sobre su costado sin dejar de ver aquel sombrero. “Si los dioses a los que tanto les hablabas pueden escucharme, desearía que me dieran la oportunidad de salvarte.” Dijo a la nada, como si un deseo realmente fuera a cambiar las cosas, como si realmente estuvieran esos dioses ahí fuera listos para darle una segunda oportunidad que no se merecía, no después de lo que le hicieron. Eventualmente el hibrido se dio la vuelta cerrando los ojos, seguir viendo ese sombrero sabiendo que su dueño nunca volvería a usarlo se sentía como una tortura, suspiro con pesadez cerrando los ojos.

En ese momento Spreen no lo sabía, pero alguien había escuchado su deseo y estaba dispuesto a cumplirlo, a darle esa oportunidad que tanto anhelaba para hacer las cosas diferentes, para intentar salvar a su amigo y para hacer lo imposible, cambiar el destino.

Mañana será un nuevo día.





Imposible • SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora