Misshitsu

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―¿Ni siquiera vas a darte una ducha antes de irte?― la pregunta salió casi como un reclamo mientras Atsushi observaba su propia entrepierna concentrado en acomodar la hebilla de su cinturón; por supuesto que al escucharle no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa ladina, pero siendo fiel a su personalidad se limitó a alzar la mirada hacia el desnudo cuerpo de su amante, escasamente iluminado por la luz de la lámpara sobre la mesita de noche.

Hideto era un chico especial en muchos sentidos, pero por sobre todo desmesuradamente hermoso. A Atsushi le gustaba la forma en que arrugaba ligeramente la nariz cuando estaba enfadado o decepcionado, justo como lo hacía en ese momento.

―Atsushi― le nombró.

―Hideto― respondió aquel hombre que doblaba su edad y más. ―Sabes muy bien cómo son las cosas― el moreno continuó vistiéndose, ahora preocupado de abotonar su camisa.

El reconocido vocalista de BUCK-TICK y Hideto Takarai, quien apenas en unos meses había debutado como vocalista en L'Arc-en-Ciel, mantenían un romance bastante secreto y amoral teniendo en cuenta la diferencia de edades, que ambos eran hombres y lo más importante: Atsushi tenía esposa. 


―Quédate― susurró el más joven mientras se incorporaba llevándose consigo la sábana para envolver su níveo y delgado cuerpo. 

Hideto estaba enamorado, irrevocablemente enamorado aunque para su mala fortuna no era algo que pudiese anunciar al público, familia o amigos. Aquel romance siempre se mantenía y ahogaba entre las cuatro paredes de algún hotel de turno en el que consumaran el deseo y la pasión.


Atsushi le observó de nueva cuenta, respiró hondo y estiró una mano para acariciar dulcemente una de sus rosadas y suaves mejillas. Siempre parecía fascinado cuando observaba al castaño; complacido de tener aquellas vistas solo para él. 

Llevó ambas manos a sus hombros y desde ahí las deslizó llevándose consigo la sábana que hasta entonces le cubría, siempre se tomaba su tiempo en hacer lo que quería y como era costumbre Hideto simplemente se dejaba hacer y manipular a su antojo. Cuando el menor estuvo de nueva cuenta desnudo, el alto moreno se acercó aún más y repartió pequeños besos por su bonito rostro provocando con ello que el otro cerrase sus ojos e incluso soltara una risita por lo bajo.

―No te vayas― insistió y con ambos brazos rodeó su torso escondiendo el rostro en su pecho, ahí donde parecía ser su lugar seguro, pero no eran más que ambiguas promesas, aquella que Atsushi se encargó de recordarle cuando se apartó dándole la espalda para terminar de recoger sus cosas. 


Así era la vida, así lo había decidido el joven Takarai al aceptar aquella relación que no hacía más que traerle penas y dolor a su corazón.


―... Acchan, te amo― murmuró cabizbajo.

Esa era siempre una frase o afirmación que quedaba en el aire. Nunca tenía la respuesta que deseaba y sabía el por qué, Atsushi no sentía lo mismo, Atsushi tenía una esposa a la que llamaba familia, tenía muchos planes para un futuro próspero y calmo en el que por supuesto él no estaba invitado porque ¿quién querría invitarlo? 

Hideto era joven, inexperto, tímido y frágil. Apenas comenzaba una carrera que por cierto era incierta, nadie aseguraba su popularidad y eso siempre iba de la mano con la fama, dinero y poder.


Al no escuchar algún tipo de respuesta por parte ajena, el pequeño castaño se abrazó a si mismo y bajó la mirada a sus pies descalzos.

―Recuerda que debes salir antes del medio día,― dijo el mayor ya completamente vestido, incluso llevaba puesto su saco y unos lentes oscuros que a pesar de ya entrada la noche, utilizaba para no ser reconocido de inmediato. ―y usa la gorra al salir, la última vez fuiste muy despistado, alguien podría saber que se trata de ti.―

Aquellas palabras que parecían ser no más que amistosos recordatorios, se clavaron como cuchillas en el pecho de Hideto. Entonces el dolor que había estado padeciendo comenzó a tornarse en enojo y rabia.

Frunció el ceño y cerró los ojos con fuerza intentando extinguir la llama que crecía desde adentro; también era su culpa, no estaba bien lo que hacían y sin embargo acudía cada vez que era convocado, recitaba palabras de amor no correspondidas y se entregaba en cuerpo y alma a una persona quien solo lo utilizaba.

―Por favor, te necesito...― suplicó.

Atsushi chasqueó la lengua, parecía fastidiado.

―Buenas noches, Hideto.

Eso era todo, el alto vocalista se dirigió hasta la puerta, pero antes de siquiera abrirla para salir de ahí, escuchó los ahogados pasos en la mullida alfombra acercarse con rapidez y luego la pequeña mano de su joven amante posarse firma sobre la caoba madera.

―La mataré.― sentenció, ―luego a ti y eventualmente a mí.―

Atsushi frunció el ceño y observó como su hermoso niño, su precioso y adorable gatito sostenía en la mano libre su móvil y marcaba impaciente al número de Sayuri, su esposa. Sabía lo que eso significaba, también las palabras del castaño que iban más allá de una simple amenaza. 

El moreno entendió que el momento había llegado, que no podía solo mantenerse callado. Todas sus provocaciones serían cobradas, todos sus malos tratos. Entendió que su pequeño amante había llegado a su límite y era hora de enfrentar lo que él mismo había creado.


―Se que puedes entenderlo, puedes saber lo que son mis sentimientos.
No me dejes solo, no hay nada más que desee, solo eres tú.



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Nota: Bastante oxidada en esto de escribir, pero aquí lo tienen.
Si he de continuar con esto, prometo mejorar~ 

*Inspirado en la canción Misshitsu de BUCK-TICK.-

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