Los ojos del demonio se abrieron sorprendidos, él jamás había pensado en eso.
Muzan ni siquiera se dió cuenta de cuando empezó a negar suavemente. La pelirroja, quien había alzado la mirada al sentir movimientos, lo miraba confundida.
— No es momento. — Afirmó mientras la veía fijamente a los ojos.
La menor se despegó de Kibutsuji con el ceño fruncido.
— ¿No quieres pasar la eternidad a mi lado?
— No dije eso. — Suspiró mientras la acercaba nuevamente, era la primera vez que la veía algo molesta, era tierna ante sus ojos. — Sólo.. no hay mucha prisa.
Ambos se dirigieron hacia la cama para sentarse, Muzan tomó suavemente las manos de su amada para rodearlas con las suyas, aún cuando estaba completamente frío, ambos sentían calidez al estar unidos.
— Cuando domine el sol, aún seguiré siendo un demonio. — Su voz era baja, como si no quisiera que nadie más que ella le escuchara. — Y entonces te convertiré, para que ambos podamos vivir eternamente, juntos.
El corazón de la menor latía tan rápido que era un milagro que no se saliera de su pecho, sus ojos picaban mientras ella se negaba a soltar las lágrimas que se acumulaban en sus dos orbes esmeraldas. Una de las manos del demonio subió suavemente y limpió las lágrimas que ahora corrían por las mejillas rosadas de su mujer, era demasiado pequeña.
— Tranquila. — Se acercó para rodearla con sus brazos, a los cuáles Natalie se lanzó y aferró sin dudar.
El silencio reinó por unos minutos antes de que Natalie volviera a hablar, ahora ya más tranquila.
— ¿Qué hay de ellos? — Preguntó a la vez que sus manos se posicionaban sobre el pecho del mayor, alejándolo para verse a los ojos.
El rostro se Muzan se encontraba tan serio que por un segundo la pelirroja se sintió muy pequeña y vulnerable ante él.
Negó, negó suavemente haciendo que Nat frunciera el ceño confundida, ¿no serían inmunes también al sol?
— Los creé para que me sirvieran, no son mis amigos. — Una de sus manos tomó el mentón de la menor, quien ahora se mostraba perdida ante su toque. — Son sólo piedras en el camino, en NUESTRO camino.
Cada palabra que salía del azabache provocaba demasiadas cosas en ella, por alguna razón; todo sonaba tan lógico, él podría decirle que por estar juntos habría que quemar el mundo y ella asentiría para seguirlo hasta las llamas.
Se lanzó a sus brazos para robarle un beso, uno que Muzan al principio dudó en corresponder, puesto que el tener a la pelirroja en sus brazos y en su propio territorio era algo que podría gozar por completo, y no sabía si ella resistiría eso.
La menor se alejó de él para verlo con algo de confusión, provocando que el azabache ladeara la cabeza con curiosidad, ¿qué cruzaba ahora por esa cabecita?
— Muzan, ¿tú eres así realmente? — Cuestionó mientras se acomodaba mejor sobre la cama, quedando recostada en el centro de esta.
"¿Qué?" Muzan se preguntó a si mismo sin comprender a qué se refería la pelirroja, ¿estaba siendo muy cursi?
El gesto que había hecho el mayor hizo que Natalie replanteara su pregunta, parecía confundido.
— Es decir, tus... sirvientes. — Tentó el terreno, haciendo que Muzan asintiera para que prosiguiera. — Se ven muy diferentes a los humanos.
Hubo un silencio que hizo que Muzan entendiera, así que era eso.
— ¿Esta es tu forma original? — Preguntó con pena. — Es que recuerdo que también mencionaste el que tu técnica de sangre, o como se llame, te permitía cambiar tu aspecto.
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❛ 𝐒𝐄𝐍̃𝐎𝐑𝐀 𝐊𝐈𝐁𝐔𝐓𝐒𝐔𝐉𝐈 ┊𝐌𝐮𝐳𝐚𝐧 𝐱 𝐎𝐜 › +𝟏𝟖.
Fanfiction¿Cómo fue que el gran Muzan Kibutsuji se enamoró perdidamente de una simple humana? No lo sabía, cuándo conoció a Natalie supo que sería su completa perdición, su pequeño capricho. Natalie Amane era hermosa, eso era algo que todo Japón sabía, jamás...