NOVALEE
Mi cuerpo parece estar flotado sobre algodón de azúcar, aunque es un olor diferente a eso. Mi nariz detecta un aroma a pino y tierra mojada. Ese aroma que sientes luego de una lluvia. Hasta puede imaginarme a mi misma, corriendo por los mismos bosques que describen en los libros de crepúsculo. La brisa helada, la tierra bajo mis zapatos, el aroma a libertad.
Comienzo a removerme en las praderas de algodón, sintiendo como mi cuerpo parece regresar a la vida, luego de una larga, y exhausta batalla.
Estiro mi manos hacia arriba, bostezando como si fuera una leona.
Algo no esta cuadrando.
Uno, esta cama es demasiado grande para ser la mía.
Dos, no siento el olor a humedad y moho.
Tres, no siento la bola peluda que siempre se recuesta a mi lado, todas las noches.
Quizá aun sigo en un sueño astral. Esos que suelen sucederme cuando me he dormido demasiado agotado. Esos bizarros sueños en lo que imagino que estoy en la playa, y simplemente estoy allí, viendo el océano, las olas romper en la orilla, y tortugas marinas hablarme en un lenguaje extraño.
Poco a poco abro mis ojos, intentándolos adaptarse a la luz del cuarto. Este lugar es muy similar a los cuartos del hotel donde trabajo.
¿Porque diablos me gustaría soñar con ellos? ¿si desde que llego, quiero escapar y correr hacia la libertad?
Me apoyo sobre mis codos, y miro al frente.
Mi mirada aun no esta del todo enfocada, y sea sueño o realidad, alguien me mira, con sus brazos cruzados, y una mirada apologenica.
-Señorita...- mi ilusión se queda a media oración, moviéndose incomodo sobre su eje -¿no se lo que ha sucedido...-de nuevo el tartamudeo -bueno, es evidente que se ha quedado dormida en mi habitación, pero...-
Un balde helado de agua cae sobre mi, figurativamente. Literalmente, la realidad me pega a la cara, y me doy cuenta que me he quedado dormida, en una de las habitaciones de los huéspedes del hotel.
A toda prisa me levanto de la cama, arreglando mi falda, y luego mi cabello, que esta todo despeinado.
-Por dios, como lo siento, yo...- mi palabras son un acertijo indescifrable, ni yo se lo que estoy diciendo. Realmente en lo único que puedo pensar, es que me despedirán. El huésped le dirá al supervisor, este le dirá al gerente, y el me pondrá de patitas en la calle. Y no puedo perder este trabajo. No ahora. -Por favor, por favor...- no se si hincarme frente al huésped, o besarle las manos - no les diga a mis superiores, no puedo perder este trabajo- las lagrimas comienza hacer su camino por mis ojos, y un nudo se forma en mi garganta.
El tipo me mira con pesar, no sabe que hacer o decir. Abre su boca, y la cierra de nuevo. Al final suspira con pesar, y niega con su cabeza.
-No te preocupes- sonríe de lado, y juro que es la cosa mas atractiva que he visto en un hombre -no le diré a nadie- libero un enorme sollozo que viene del fondo de mi garganta, respiro con alivio, e intento agradecerle al hombre, pero no tengo palabras por el momento. Siento una horrible ansiedad recorrer mi cuerpo, que me pone a temblar el cuerpo entero -¿estas bien?- pregunta el hombre preocupado, alzando sus manos a mis lados, por si llego a caer al suelo -respira, todo esta bien, no te preocupes-
Camino hacia atrás. Cuando mis pantorrillas encuentran el borde de la cama, me dejo caer, sintiendo como mi cuerpo convulsiona en llanto.
El tipo solo me mira sin saber que hacer. El también parece estar apunto de tener un episodio de ansiedad, pero no por las mismas razones que yo. Él, como todos los hombres, no sabe que hacer con una mujer que llora.
Intento explicarle que me sucede, pero ni yo estoy seguro de lo que me sucede.
No creo que solo sea el hecho que un huésped me encontró durmiendo en su cama. Creo que son los sucesos del día, o simplemente mi vida en general. Pero no puedo detenerlo, por mas que intente parar los temblores en mi cuerpo, los sollozos y las lágrimas, me es imposible. Si no lo libero en estos momentos, podría llegar a explotar.
-¿Quieres agua?- la voz del hombre es casi un susurro. Asiento.
El camina hasta el pequeño refrigerador de su habitación, y tomo una botella de agua. La abre para mi, y la sirve en un vaso. Camina de nuevo en mi dirección, sin dejar de mirarme al rostro. Parece estar angustiado.
-Toma- tomo el vaso de sus manos, y en sorbos pequeños, lo bebe poco a poco.
Tomo varios respiros, cerrando mis ojos para intentar al fin, calmar mis emociones. Era la primera vez que algo de esta magnitud me sucedía. Cuando sentía ansiedad, lo que hacia era fumar un cigarrillo, y luego seguir con mi día.
-¿No crees que deberías ir al hospital?- la aterciopelada y grave voz del hombre, me hace abrir mis ojos -pueden ser los indicios de un ataque al corazón-
Limpio las lagrimas de mi rostro con mi delantal.
Encuentro mi voz de nuevo.
-No, no es un ataque al corazón- mi voz suena carrasposa -es solo ansiedad- un solitaria lagrima cae de mi ojos, y para sorpresa de el, y la mía, su pulgar la limpia con delicadeza de mi mejilla.
-Ohh- se cruza de brazos, y suspira -también eso es algo que deberías hablar con un psicólogo-
Rio burlonamente -eso no lo cubre el seguro- el no ríe, solo sigue mirándome como si fuera un ciervo herido.
Me levanto de la cama, consiente de lo mal que he quedado frente a el huésped. Pero estoy agradecida que no haya sido uno de esos huéspedes minuciosos, que te ponen el dedo por la mínima cosa.
-Voy a cambiarle las sabanas- el asiente, y se marcha al baño.
Otra par de lagrimas bajan fuera de mis ojos, pero las dejo pasar. Otra cosa que no me puedo permitir, es llorar. No tengo tiempo ni para eso. Y entre mas deprisa termine de quitar las sabanas, mas rápido podre salir de este cuarto, y olvidar, si es posible, este horrible suceso.
Estaba terminado de colocar las sabanas nuevas, cuando el huésped sale del baño.
-Realmente me siento apenada, gracias por no decirle nada a mis superiores- no puedo mirarlo a la cara, así que en su lugar, miro a sus relucientes zapatos de charol, que seguro cuestan mas que mi salario mensual.
-No hay problema- pensé que su voz había sido suave, solo porque me vio tener un episodio maniaco, pero parece ser realmente su voz. Aterciopelada y suave.
Empujo el carrito delante de mi, inspirando sin querer, el olor del huésped.
-Buenas noches- dice tras de mi.
-Buenas noches-
Cierra la puerta tras de mi.
El sueño realmente termina, y regreso a ser la mucama del piso diez.
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El teorema de las posibilidades
RomanceNovalee es una chica que toda su vida se la ha pasado soñando con una vida igual a la de las películas románticas de Hollywood. Donde el príncipe azul la rescata del villano, juntos vencen todos los obstáculos que se les interponen en el camino, y t...