Capitulo 21

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Aquello no tenía nada que ver con Fernando.

Sentada ante la mesa de la señorita Hewitt, mientras sentía que su mundo se caía en pedazos, intentaba convencerse de que Fernando no era el responsable.

–Tus referencias son magníficas, Lucero –la alabó la señorita Hewitt–.

Estoy impresionada del cambio que le has dado a tu vida, y no dudo que serías una buena tutora para Lorena. Pero nuestro trabajo es mantener unidas a las familias, y creemos que con un poco de ayuda Rachael podría...

Lucero había suplicado hasta la saciedad, pero de nada había servido.

–¿Podré seguir viéndola?
–Por supuesto –la señorita Hewitt nunca se había mostrado tan amable–.

He hablado con Rowena y le he sugerido que pases tiempo con ella esta tarde. Además, he incluido en mi informe una recomendación para que se quede contigo una noche a la semana.

Para Lorena es muy importante contar con su hermana mayor, y nos tomamos ese papel muy en serio.

–¿Ya se ha tomado la decisión en firme?

–El Lunes se discutirá el caso, pero quería avisarte para que estés preparada.

–¿Y no hay nada que pueda hacer?
–Lu... –la señorita Hewitt se quitó las gafas–. Puedes buscarte un abogado y plantar batalla, pero solo conseguirás retrasar lo inevitable.

Esto no es un juicio. No se trata de ganar o perder.Pero si se da , simplemente sería campal .

Se trata de conseguir lo mejor para Rachael Lorena.

Ella era lo mejor para Lolo.

Se lo decía el corazón.

Y sería una buena madre. Así lo demostró durante la hora siguiente, porque, a pesar de estar destrozada por dentro, consiguió esbozar la mejor de sus sonrisas cuando recogió a Rachael.

–¿Adónde vamos? –le preguntó la niña una vez en el coche.

–Tenemos que ir a mi oficina para recoger unas cosas –tenía allí su neceser de maquillaje y su MP3, y aunque Fernando le había prometido que no estaría en la oficina consideró oportuno prevenir a Rachael–. Mi jefe es un gruñón –le explicó al salir del coche–.

Y espera a conocer a Abigail –hizo una mueca y se puso bizca, pero en aquel momento se abrieron las puertas del ascensor y apareció Fernando.

Él miró a Lorena y apartó rápidamente la mirada.

No quería verla. No quería pensar en lo que les estaba haciendo a ellas dos.

Sintió la mirada de Lorena fija en él y deseó que el ascensor fuera más rápido.

–¿Este es tu jefe? –quiso saber Loló.

La niña muy rara vez iniciaba una conversación, y no podría haber escogido un momento más inoportuno.

–Sí.

–¿El gruñón? –insistió Rachael, y Lucero no necesitó mirar a Fernando para imaginarse su cara.

Fernando estaba desesperado por salir del ascensor, pero cuando las puertas se abrieron recordó sus buenos modales y se apartó para que ellas salieran antes.

Ojalá no lo hubiera hecho, porque así tenía que caminar detrás de ellas y seguir viéndolas.

Lucero, rezumando belleza y glamour. Lorena, con calcetines sucios y desemparejados, una camiseta demasiado corta y unos pantalones cortos demasiado largos.

El Diablo Se Viste De Colunga - Adaptación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora