◇ Sinopsis ◇
Y/N L/N es probablemente el chico más tímido e inseguro de toda su escuela, sobretodo con la chica que le gusta, Kuroi Mato.
Cuando este por fin tiene el valor para hablarle y hacerse su amigo, ambos conocen a Takanashi Yomi, una chica...
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YN's POV
Han pasado ya unos días desde que había reunido todo mi valor y le había hablado a la chica que me gustaba desde mi primer día en la secundaria. Desde entonces, hemos estado intercambiado mensajes de texto casi todos los días.
Es de noche y estaba recostado en mi cama, revisando nuestros últimos mensajes de esta tarde, cuando escuché unos golpes a mi puerta provenientes del exterior de mi cuarto. Antes de que pudiera contestar, mi madre entró sin permiso.
-¿Hijo, estás despierto? -me preguntó.
Me sobresalté y guardé el teléfono debajo de la almohada. No quería que viera con quién estaba hablando. Aunque no estaba haciendo nada malo, no estaba listo para contarle nada todavía.
-Nada mamá, sólo... revisando la hora. -balbuceé.
Mi madre me miró fijamente, como si pudiera leer mi mente. Luego suspira y se sienta en el borde de la cama.
-¿Todo está bien? -me preguntó.
-Sí, mamá, todo está muy bien jeje. -respondí con una sonrisa.
Mi madre me devolvió la sonrisa.
-Me alegra escuchar eso, hijo. Has estado diferente estos días. Más animado, más sonriente, más... vivo.
-¿De verdad? -pregunto.
-Sí, hijo. Y sea quién sea "la responsable" de tu cambio positivo. Me gustaría saber de ella. -me mira de forma pícara.
-Eh? Oye ¡no se trata de eso!. -un tono rojo se me sube a las mejillas.
Ella sonríe. -Ayame estaría orgullosa por ti. No sólo estás dando tu primer paso en el amor, si no también, das el último paso en tu faceta de duelo.
Al oír su nombre, sentí un nudo en la garganta. Ayame no sólo era mi hermana mayor, también era mi mejor amiga y la persona en quién más confiaba.
Desde el día en que la perdí, había caído en una profunda depresión. No tenía ganas de hacer nada, ni de salir con amigos, estudiar, o divertirme. Sólo quería estar solo en mi cuarto, recordando a Ayame y llorando por su partida.
Pero entonces apareció Mato en mi vida. Y todo cambió. La primera vez que vi a Mato, vi el mismo espíritu de Ayame en ella, una chica animada, optimista y deportiva. Y cuando por fin me hice su amigo y tuve la oportunidad de conocerla más, sentí cosas que no sentía desde hacía mucho tiempo. Me hizo sonreír, me hizo soñar, me hizo querer vivir de nuevo.
-Mamá... yo... -empecé a decir.
-No tienes que decirme nada, hijo -me interrumpió. -. Solo quiero que sepas que te quiero mucho y que estoy orgullosa de ti. Porque sé que eres un chico bueno, valiente y leal. Y mereces ser feliz.
