Caído por siempre

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El hombre que nunca había tenido la oportunidad de ser Jace Herondale y ya no era Jace en absoluto, estaba comenzando a pensar que venir aquí había sido una mala idea.

La reina Seelie había sido la que había insistido en que debía tener un nuevo nombre, cuando llegó a Feéra pidiendo protección para Ash y ayuda para sus planes. La reina había respondido todas sus preguntas sobre Clary, pero su ayuda no había sido gratis. La realeza tendía a hacer exigencias.

—Estoy acostumbrada al otro Jace —dijo con una burlona risa real—. Aunque admito,que no le tengo mucho cariño. ¿De qué otra forma podemos llamarte?

Jonathan, pensó al principio, y se estremeció incluso al pensar en ese nombre, lo cuallo había sorprendido. No se había estremecido mucho en Thule.

—Janus —le había dicho a la reina—. El dios de dos caras. El dios de los principios y los finales, y los pasajes entre extraños portales.

—¿El dios? —repitió la reina.

—Mi padre me dio una educación clásica —le dijo Janus—. Para que combinara con mi buena apariencia.

Eso hizo reír a la reina.

—Veo que algunas cosas no cambian, sin importar el mundo. Ella no entendía nada. Nadie en este mundo podía saber en lo que él había sido forzado en convertirse.

Fue en Feéra en donde Janus había escuchado del puesto de hadas y brujos y la magia que podía hacer, y no pudo ser capaz de resistirse. Sabía que los cazadores de sombras no eran bienvenidos en los Mercados de Sombras. Había pensado que si usaba una capucha y un abrigo, el riesgo sería mínimo.

Por desgracia, varias personas lo estaban mirando como si lo reconocieran. Bueno, que pensaran que el Jace de este mundo hizo una común aparición para vigilar el Mercado de Sombras. No tenía ninguna intención de proteger la reputación de Jace.

Janus se dio vuelta. Un hombre lobo chocó contra él y maldijo.

—Oye, cazador de sombras, ¡fíjate por dónde vas! Janus tenía su mano en su daga cuando otro hombre lobo apareció le pegó en la cabeza con la mano abierta al otro.

—¿Sabes con quién estás hablando? —exclamó—. Ese es Jace Herondale, el director del Instituto.

El hombre lobo palideció.

—Oh, por Dios. Lo siento tanto. No lo sabía.

—Por favor perdónalo. Viene de un desierto baldío y no tiene idea de lo que hace —dijo el otro hombre lobo.

—¡Soy de Ohio!

—Eso fue lo que dije.

Los dos hombres lobo miraron a Janus con una miserable disculpa en sus ojos. Janus estaba muy confundido, pero lentamente dejó ir el agarre en su daga. Ese par podría ser más útil vivo que muerto.

—Lo siento mucho —insistió el segundo hombre lobo.

—Está... —Janus se aclaró la garganta—. Está bien.

—También es el parabatai del Cónsul —dijo el hombre lobo—. Ya sabes, Alec Lightwood.

Janus sintió que algo se revolvía en su estómago. La sensación lo sorprendió. Estaba acostumbrado a no sentir nada en absoluto.

Sostuvo el pensamiento de Alec siendo Cónsul frente a sí mentalmente, como una extraña roca que estuviera estudiando. Había escuchado por la reina que en este nuevo y extraño mundo todo era diferente y todos estaban con vida, pero cuando había imaginado a aquellos que había conocido una vez y todavía vivos, los imaginaba como si no hubieran cambiado. Alec como Cónsul. No podía creerlo.

We Jace You a Clary Christmas - A holiday compendium of Clace ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora