Hoseok, un omega que ha estado enamorado del príncipe y próximo a ser rey, no tendría idea que el destino los uniría a ambos.
Namjoon, un alfa comprometido, no se esperaba que el destino lo uniera a su verdadero omega, un noble sirviente, Hoseok.
...
El quien pueda caminar a su lado agarrados de las manos.
El que pueda darle besos en la mejilla cada vez que pueda.
Solo quiero que me vea a mí, de la forma en la que mira al príncipe seokjin. Pero no puede ser... porque yo solo soy un simple sirviente, alguien con menor relevancia..
—Hijo, hace rato estás muy pensativo estoy hablandote y no me haces caso.
—Lo siento mamá, esque me distraje un poco.
—¿Viendo al príncipe namjoon y seokjin?
—Dime una cosa mamá...
—Claro.
—¿Si yo fuera un príncipe crees que el príncipe namjoon me hubiese hecho caso?
—¿Porque no lo haría? Eres un Omega hermoso hijo.
—No tanto como el príncipe seokjin... su belleza destroza la mía. Su cara de tristeza lo decía todo.
—Hijo, no deberías hacer esa clase de comparación, tú eres bonito, demasiado, eres mi hijo, tuve la dicha de engendrar a un Omega hermoso como tú.
Esta vez hoseok río un poco.
—Bueno si, tal vez tengas razón, pero desearía que el me dijera lo mismo.
—Yo sé que aún no lo recuerdas pero yo sí... cuando jugaban en el jardín el decía que eras bonito, siempre llegaba a la cocina y me dejaba unas flores que recogía por ahí y me decía que te las diera.
—¿De verdad?
—Si. Sonrío al ver a su hijo interesado por lo que le decía. Hasta que llegó el príncipe seokjin a jugar más seguido con él.
—No debí enamorarme de él.
—Toma, ve a dejarles el desayuno.
—P-pero están solo ellos dos... mamá no puedo.
—Ve ahora.
Hoseok con las manos temblorosas llevo los platos de comida a la mesa donde se encontraban ambos príncipes.. Ambos reían, hoseok sentía que se burlaban de él.
—Buenos días, su desayuno.
—Muchas gracias, hoseok.
Esa voz, acaba de decir su nombre.
—Con su permiso, príncipe.
—No deberías hablar con la servidumbre de esa manera. Esta vez hablo seokjin.
—Solo le dije gracias, seokjin.
—Es un Omega.
—Creo que sí, no lo sé.
—No, digo que es un Omega, se vio demasiado nervioso cuando estaba junto a tí y a mí ni siquiera me volteo a ver.
—¿Celoso? No le veo nada de malo jinie.
—Como sea.
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