El ángel detras del lobo.

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Lo miré

Lo miré mientras jugaba con las mangas del suéter que él me había prestado, era gris y tenía los bordes de las costuras en un tono azul, por alguna razón me gustaba la combinación.

Suspiré escuchándolo mientras me explicaba el tipo de entrenamiento que haríamos, no entendía porqué estaba tan empecinado en entrenarme.

Era un soldado, aún lo era, la sangre aún estaba en mis manos. Era el mejor en mi clase, soy parte de la realeza de los celestiales, soy el siguiente en la línea de mando.

Pero por alguna razón que desconocía, desde que había regresado, no dejaba de intentar entrenarme y explicarme lo mismo miles de veces.

— Blake.. — murmuré con cansancio pero siguió enseñándome el arma en sus manos agitándola en la aire.

Estaba evitándome, no quería besarme o tocarme, había pasado un mes desde que regresé y aún no habíamos estado juntos. No estaba desesperado por acostarme con él, no soy un humano, pero no poder tocarlo, sentirlo, besarlo.

Me estaba quemando por dentro, me dolía muchísimo y no sabía cómo manejarlo, solo entrenábamos, me golpeaba, me hacía golpearlo, y no se detenía hasta que lograba hacerme sangrar.

— Te doy asco.. — dije en voz baja jalando la tela entre mis manos sin alcanzar a despedazarla.

— ¿Qué?.. — preguntó confundido acercándose a mi.

Ambos estábamos de pie, enfrentados, había un círculo hecho por su magia que me impedía salir de aquí. Llevaba puesto su traje de entrenamiento que consistía en sus vaqueros anchos y su musculosa al cuerpo, acompañado de un chaleco donde colgaba sus armas.

Yo llevaba su suéter y unos vaqueros tradicionales de un tono azulado. Eran de una tela fina que me permitía moverme en casos como estos.

— Hace un mes que intento acercarme a ti, no hablas conmigo, no me besas, maldición nisiquiera me tocas, solo me entrenas para tener una maldita excusa para golpearme. — levanté mi suéter dejando que viera los cortes que aún estaban sanando, usaba armas hechas para asesinar a los de mi especie, mi magia en esta realidad aún era débil. — A veces me miras con tanto asco que..

Se quedó estático al ver el estado de mi piel debajo de la tela que me cubría, sus ojos se cristalizaron sutilmente.

— Joder.. — murmuró dando un paso hacia atrás. — ¿Por qué no estás sanando?

— Estás usando armas fabricadas en contra de mi maldita especie, ¿acaso no lo ves?

— Pero tú eres un dios, no debería..no..

— Dejé de serlo cuando me marcaste, tú..nada olvídalo..

Cuando mi voz se quebró supe que ya era tarde pero aún así intenté huir de lo emocional que comenzaba a volverse todo.

Tomó mi antebrazo impidiéndome moverme cuando quise irme de allí, mandaría al diablo su magia pero me iría, ya estaba harto de toda esta mierda.

Me safé de su agarre y el gruñido de Liam me obligó a mirarlo, sus ojos estaban rojos, allí estaban de nuevo.

Los escalofríos, mi respiración descontrolada, mis ojos cambiando su color.

— Odio que hagas eso.. — solté en un hilo de voz empujándolo con fuerza. — Tú y el maldito lobo se pueden ir a la mierda.. —  alcé la voz y su magia luchó contra el fuego que quemaba en mi alma.

— Contrólate. — demandó detrás del lobo.

— Basta..

— Mírame.

Sam - Entre sangre y cenizas. (Entre mundos parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora