Despertar, parte 2 •

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Moscú. - Rusia.
Últimos de Octubre.
Antonio.

- Te tardaste 15 minutos, ¿Por qué? - El hombre ve el arma con miedo y se la clavo más en la boca al ver que no habla.

- Tenía que intentar algo para que pudiera usar los brazos...-  le saco el arma para que hable mejor y lo toman del cabello para que me vea.- Le lancé una pelota a la señora que agarro levantando ambos brazos, ya puede moverlos con dolor pero puede hacerlo.

- ¿La abrazaste? - No responde y le quito el seguro al revólver. - ¿Mm? - Nada. - No creo, Isabella no es muy cariñosa, ¿O si?

- No señor. - Suelto la primera bala en su hombro haciendo que grite. Exagerado, no es para tanto.

- No me mientas.

- Ella me abrazo por la euforia supongo porque es muy antipática. - Dice con rapidez y dejo que se lo lleven . - Dije todo, ¿Me van a matar? - Es lo último que escucho y busco mi celular.

No entiendo porque me siguió mintiendo, igual lo iba a matar pero ¿Que le costaba decir la verdad?

La busco y la encuentro en el baño bañándose sola, veo como tiembla un poco los brazos pero la sonrisa que carga me demuestra que no le importa, la rabia me toma y mando a que me traigan una botella.

Tomo del pico como lo he hecho todo este tiempo y la puerta se vuelve abrir con mi hija y las dos sumisas atras de ella, haciendo que deje el alcohol de lado y tome varios vasos de agua con rapidez.

- ¡Papi!. - Corre hacia mi y la levanto para que me cuente su mañana en mi pierna.

A Viktoria se le cae el termo de agua de mi hija supongo ya que Regina se calla viéndola.

- Segundo error, a la tercera te tiro a los perros.- la amenaza en un ruso perfecto, al parecer sabe que Viktoria no habla otro idioma, se pasa las manos por su cabello antes de seguir hablando como una niña normal y corriente.

Medio almorcé con Regina que ahora está en el penthouse con Agatha mientras yo estoy en mi silla viendo cómo unos de mis hombres le quita la cabeza a otro haciendo que el lugar se llene de sangre.

Viktoria me pasa la otra botella mientras que Samantha está con sus toques delicados por mi piernas y miembro. Por el rabillo del ojo miro como me traen a la señora Bartolomela, la que cuidaba de Isabella.

- Mi señor. - habla en italiano, baja la cabeza y ve sus pies.

- Tu trabajo cuidando a Isabella se acabó. - Asiente. - ¿Algo que resaltar?

- No señor, la señora añora salir o hablar con alguien o eso es lo que se ve.

- Vuelve a tus labores. - asiente y alzo mi mano la cual toma y deja un beso en el anillo italiano demostrado de que clan es.

Su papel era ser su cuidadora y también ser muda , era muy obvio que se iba a compadecer y la iba ayudar a comunicarse o escaparse, no me hubiera molestado pero se que como está no puede salir o tal vez si pero no son riesgos que tomaré.

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Washington.
Primeros de noviembre.

Fingiendo Estabilidad. [Libro 2 > Saga Bernocchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora