Capítulo 46

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Los avances eran nulos luego de 2 días, pero mis esperanzas no se agotaban, llevaba el anillo de Gabriel en mi dedo pulgar y me hizo sentir fuerte desde el instante que lo tuve puesto.

Lo llevaba conmigo, una parte de él estaba en mi y las iniciales me hacían sonreír cuando las dudas llegaban.

Bastian no se había demorado demasiado tiempo en dármelo por si volvía a encontrarlo en sueños, pero continuaba sin suceder.

La enfermera que me había permitido verlo durante 5 minutos se tomó vacaciones, dejando a unas agrias colegas en su lugar.

La madre de Gabriel solo había asistido dos veces en las cuatro semanas que llevaba ingresado, ni en el peor momento podía comportarse como una madre.

Mi cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina, pero nadie se atrevía a mencionarlo, no había motivos para celebrar nada.

Pensé en tomar pastillas para dormir pero tuve miedo de que el sueño se volviera tan profundo que no fuera a recordar nada.

Hasta que el 20 de febrero, durante algún momento de la madrugada, mi único deseo se hizo realidad.

Gabriel jugueteaba con los rizos de una chica morena, enrollándolos en sus dedos y dejándolos libres, mientras ella se ruborizaba y bajaba la mirada.

Mi primera reacción fue la de fastidio, resultaba repulsivo verlo actuar así.

Cerré la taquilla que mantenía abierta y observé en mi mano el objeto que abrazaba mi dedo pulgar.

Fue extraño y me tomó unos instantes entender qué hacía aquella cosa en mi mano, pero las piezas tomaron forma en mi cabeza.

Miré a Gabriel y recordé algo.

Tenía que acercarme a él. Y ya.

Caminé con paso firme, a pesar de los nervios que comenzaban a acumularse en mi estomago, y me detuve detrás suyo.

Toqué su hombro y le hablé al oído.

-¿Podemos hablar?.-

Él dio un respingo y me miró con mala cara.

-Estoy ocupado, ¿no ves?.-

-Será un minuto.-

Dudó mirando a su nueva conquista y a mí.

-Ya vuelvo, pequeña.-

-No volverá, puedes irte.-

Le dije a ella y a él se le desfiguró el rostro.

-¿Qué dices?. ¿Estás loca?.-

-Bastante. Vamos.-

-No iré contigo, actúas como una loca.-

Me acerqué a su oreja y le hablé casi rozándola.

-¿Acaso tienes miedo de lo que pueda ser capaz de hacerte?.-

Lo vi cerrar los ojos y apretar la mandíbula.

-Por supuesto que no.-

Había picado, genial.

Caminé en dirección al campo de deportes del instituto y no me detuve hasta llegar al lugar donde nos habíamos dado nuestro primer beso.

-Pensé que no ibas a detenerte nunca.-

Protestó.

-¿Recuerdas el beso que me has dado el otro día?.-

-Sí.-

Suéñame despierta.(Completa ✔️) (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora