XI

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Su madre intentaba acercarse a ella,

Pero Victoria siempre la alejaba.

Estaba rota y nadie podía repararla.

Su madre solía obligarla a ir a reuniones o salir con ella y su padre,

Intentando demostrar la gran familia que eran,

O que pretendían ser.

Intentando forjar lazos afectivos inexistentes.

"Vamos a un té, Victoria, alístate"

Pero eso no funcionaba,

Su madre se acerco a su cama y se acostó,

Victoria estaba tumbada justo a su lado,

Dándole la misma espalda que ella le había dado cuando tuvo problemas,

Ocultando las cicatrices de dolor y sufrimiento que tenía marcadas en la piel,

Con forma de cortes y moretones

Y su madre permaneció allí por tan solo diez segundos,

Aunque Victoria lo sintió como una eternidad,

Creyendo que su hija solo era una chiquilla malcriada,

Se alejó de ella,

Como uno se aleja de los desafíos,

Como uno se aleja de los problemas.

Dejándola tirada, con lágrimas en los ojos y maquillaje corrido,

Con ropa desaliñada, desprolija.

Preguntándose,

¿Acaso no valgo la pena su paciencia?

Mientras su madre, enojada se retira,

Dándole una mirada de enojo... o pena.

Y ella tan solo cierra los ojos,

Aguantando la respiración cuanto puede,

Rogando, pidiendo, esperando.

"¿Podría dejar de fastidiar todo?"

Suelta el aire y se levanta,

Mirando su espejo de pie,

Viéndose tan... ella.

Gorda.

Inútil.

Muerta.

Tres adjetivos con los que sin duda, se describiría.

¿Qué pasaría si decido no vivir más?

Y volvió a pensar.

Y negó.

No tenía suficiente valentía,

Y aún tenía metas antes de irse,

No podía dejar todo a la mitad,

Ella no sería como sus padres.

Ella cumpliría sus objetivos en la vida por más tontos que fueran.

Sonrió, esta vez de verdad

Y se sintió poderosa.

Se sintió completa,

Al menos por esos segundos.

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