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In the stars
Frenkie de Jong siempre creyó que su vida estaba al lado de su novia de años; Mikky Kiemeney. Ella siempre estuvo para él, desde que su carrera apenas estaba empezando hasta que se convirtió en una figura indiscutible del FC Barcelona. Pasaron por mucho juntos, estuvieron para las buenas y para las malas, cuando todo se ponía gris para el rubio, era ella quien lo levantaba, definitivamente todo aquello que los veía sabía que debían pasar el resto de su vida juntos.
Hasta que llegó ella; Mencía Cortés. Una joven artista proveniente de Jerez que buscaba su futuro en la capital de Cataluña.
Como buena historia de amor, se conocieron por accidente. Aquella mañana del catorce de febrero, día en el que coincidencialmente se celebraba San Valentín, la chica corría por las calles buscando llegar a tiempo a su trabajo, hasta que un balón se le atravesó y le dió justamente en toda la cara haciéndola caer.
—Joderrrrr ¿es que no os dais cuenta que hay personas pasando por aquí?— gritó al aire a ver si el responsable del incidente la lograba escuchar.
—Lo siento muchísimo— escuchó una voz con un extraño acento— venga que te ayudo— el chico estiró su mano para ayudarla. La chica no lograba ver con claridad el rostro del desconocido pues el intenso sol no la dejaba ver a la perfección.
Sin tener otra alternativa, la chica se levantó con ayuda del desconocido y fue allí que logró verlo con claridad. Alto, rubio, piel pálida, ojos azules intensos, sonrisa encantadora. Vaya que era guapo.
—Gracias— se apresuró a decir Mencía pues el desconocido seguía allí prado esperando a que la española hablase.
—De verdad que lo siento. A esta hora no pasa casi nadie— se explicó el chico— estaba con mis amigos y nos emocionamos un poco con la pelota— rió nervioso.
—Solo... tened más cuidado— contestó la mujer y se apresuró a irse.
—¡Espera!— Frenkie la detuvo— No me dijiste tu nombre.
La chica se lo pensó unos cuantos segundos. ¿Debía darle sus datos a un simple desconocido que aparentemente no era de aquí? Era guapo, y había sido amable y atento. ¿Que era lo peor que podría pasar?
—Soy Mencía— dijo por fin— ¿y tú eres...?
—Frenkie de Jong. Un gusto— le sonrió el rubio. ¡Y por Dios! Que sonrisa que se cargaba.
—Dime Mencía. ¿A qué te dedicas?— indagó el neerlandés.
—Soy artista. Y lo lamento, no quiero sonar grosera, pero debo correr. Un gusto Frenkie— y diciendo esto la mujer casi que huyó.
