Empezar un nuevo curso es lo peor. Sobre todo si no conoces a nadie en el instituto. No debo mentir, no soy muy sociable. Siempre he pensado que los amigos lo único que traen son disgustos, esa es la razón por la cual no los tengo. No es que sea rara, o puede que sí, esa batalla se lleva librando en mi cabeza desde hace mucho tiempo, ¿sólo soy rara, o diferente? he decidido no pensar en eso para no volverme loca, quiero decir, para que pensarlo si lo único que haré conociendo la respuesta será sentirme mal. No es que eso me importe, porque así yo lo he decidido, no tener amigos. A mis diecisiete años, en lo único que pienso son los libros. La lectura es mi mejor compañero. Cuando llegaba cansada a casa de un día espantoso, lo mejor que podía hacer era sumergirme en un libro y olvidarme del exterior, esa era mi forma de escape. Tenía amigos, aunque yo no los denominaba así en mi mente, para mi eran personas con las que pasar un rato, que algunas veces era agradable, pero no la mayoría. Jane es mi mejor amiga, probablemente era la única persona con la cual me relacionaba, aunque no demasiado, pues su compañía a veces me asfixiaba un poco. Durante el verano, en el tiempo en que reposaba mi vista de las letras, salía con ella. Mi madre no estaba mucho en casa, pues solía trabajar casi siempre, y cuando estaba en casa, estaba durmiendo. Tras la muerte de mi padre ella había tenido que acarrear con todas las facturas de la casa, de mi instituto... pero tenía un buen trabajo, agotador, pero al fin y al cabo un buen trabajo. Nunca había tenido necesidad de dinero u otra cosa, pues ella se exprimía para conseguirlo todo para mi, y yo se lo devolvía de la única forma que tenía: sacar buenas notas. Estando en el primer puesto del cuadro de honor de mi curso, soy la segunda persona que sacaba las mejores notas de mi anterior instituto. Aún teniéndolo todo, me sigue faltando algo, no mucho pero sí algo: amor. Había decidido no tener novio hasta entrar en la universidad, y así sigue siendo, no he tenido ninguno todavía. Y sí, eso significa que no he besado a nadie todavía. Pero tampoco tengo prisas, pues ningún chico todavía me ha gustado lo suficiente como para desearlo. Después de levantarme, cepillarme los dientes, y ducharme, me dirijo a la cocina a prepararme el desayuno. No me gusta llegar tarde a clase, por eso salgo diez minutos antes, sabiendo que tengo que ir caminando y el instituto esta a cinco minutos a pie. Las ventajas de vivir en un pueblo pequeño son esas, lo tienes todo cerca. El supermercado, a seis minutos caminando, el ambulatorio, a siete minutos, y la farmacia, a tres, digamos que no era difícil desplazarse. Cuando llego a mi nuevo instituto lo examino bien. Es grande, pero no más que el último en el que estuve. Allí estaba Jane, saludándome muy descaradamente para mi gusto. Entorno los ojos al ver su necesidad de llamar la atención. Sí, Jane se había mudado al mismo tiempo que yo, habían trasladado a su padre a la comisaría del pueblo, y ella se vino, obligada a abandonar su antigua vida, aunque no del todo, porque yo seguía ahí.
-Hombre, Sale, que alegría verte.
Vale, subestimo bastante a Jane. No es mala, pero tampoco es buena. Al ser la única persona con la que me sociabilizo, la he escogido bien. Es inteligente, guapa, y por lo menos conmigo, es agradable, aunque sé que es mi amiga porque nunca me he enfrentado a ella. No quiero hacerlo, quiero decir, no es enfrentarse a ella en plan agresivo, sino competir por ver quién es mejor. Ella tiene mi misma altura, aunque sólo porque siempre lleva tacones, su pelo es liso, y moreno, sería perfecto si no se hubiera puesto tantos productos químicos que a la larga se lo han ido quemando. Ahora se puede notar que a pesar de que debería ser suave y sedoso, es áspero, con un aspecto no muy sano, que aún así, parece precioso por todos los tratamientos de cuidado que se ha dado.
-Hola Jane, ¿cómo estás?
-Bien, ¿y tú?
-Perfectamente.
Antes de poder seguir hablando, dos chicos bastante altos y fornidos, que parecen ser jugadores de fútbol, se aproximan a nosotras. Antes de siquiera hablar, ya intuyo que son unos estúpidos creídos y arrogantes.
-Hey, Jane, ¿vas a venir a la fiesta de bienvenida?
-No Jonh, hoy he quedado con ella -dice señalándome a mi- vamos a estar en su casa.
-Pero venga, eso lo podéis hacer otro día, en cambio esto sólo es una vez al año. ¿Y por qué no se viene ella también? está invitada desde ahora mismo.
-No se... ¿tu quieres venir, Sale?
Sí. Me está mirando con esos ojitos de "di que sí, por favor" que tanto odio. Mi plan esta noche era ver una película con Jane, y ya está. No pensaba ir a ninguna fiesta, y mucho menos pensaba conocer a estos dos descerebrados. Se que no debería ir, porque se que no me divertiré, pero aún así, digo esto mucho antes de pensarlo.
-Sí, si tu quieres ir, vamos.
Me quedo estupefacta cuando me doy cuenta de lo que he hecho, quiero decir, ¿por qué lo he hecho? A mi no me gustan las fiestas, y mucho menos las de bienvenida, porque dos estúpidos son los que las hacen, y casi siempre todo termina en desastre total.
-Perfecto -responde el imbécil. Tengo la sensación de que el segundo, el que acompañaba a este tal Jonh, me cae mejor, pero solo porque no ha abierto la boca.
-Nos vemos esta noche Jonh.
Se despiden y se van, pero no sin antes que Jonh le guiñe un ojo a Jane.
-Sale, ¿te das cuenta de que esta es tu primera fiesta? ¡Qué emoción! -y cuando lo dice, se que está hablando totalmente en serio.
-Sí, uff... estoy emocionadísima. -Vale, si no capta la indirecta, es que no es tan lista como creo.
-Ya verás, nos lo pasarémos bien.
-Y, por cierto, ¿quiénes eran esos tipos, Jane? -pregunto cambiando de tema.
-Los conocí por Kylie, la amiga del amigo de mi primo.
-Que directo, ¿no?
Y las dos, sin saber muy bien por qué, nos echamos a reír.
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ETERNIDAD INTERMINABLE
ParanormalSale Mathew solo tiene dieciséis años, ingenua, extrovertida, inocente... Hasta que conoce a Nate Black. No un chico cualquiera, sino "El Chico". Cruel, arrogante, malvado... pero dulce al fin y al cabo... solo que es solo con ella con quién se mues...