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-¡Llegaréis tarde el primer día de clases! Las risas de anoche son los llantos de ahora.- Gritó mi tía Sarah, la encargada de cuidarme durante muchos años de mi, a mi parecer, corta vida.

Tenía razón... Ayer vimos más películas de la cuenta y ahora toca arrepentirse por haber dormido tres o cuatro horas solamente, y si, el primer día de clases se nos han pegado las sábanas y ya estábamos literalmente muertas de sueño.

Levanté la cabeza de la almohada y miré a Gemma, mi prima menor por tan solo seis meses, nuestras madres estuvieron embarazas al mismo tiempo.

-¿Es que no te apetece morirte?- Preguntó la chica saliendo de su cama de malas maneras mientras recogía todo su largo y frondoso pelo rubio en un moño despeinado.

Gemma es la mujer que más se asemeja a la perfección que ha impuesto la sociedad. Es hermosa, y no lo digo sólo porque sea mi familia, porque para mí no solo es mi prima, también es mi hermana menor y la protejo como tal. Su pelo, su tez clara, sus ojos color verde esmeralda, su delgado y juvenil cuerpo... Es la chica más guapa que he visto en toda mi vida.

Yo no tardé mucho en estar lista, pues al contrario que Gemma, no soy precisamente una mujer presumida que dure horas en arreglarse, o que quiera mostrar las virtudes del cuerpo femenino, todo lo contrario, jeans y camiseta ancha eran mi outfit estrella. Al menos con lo que más cómoda me sentía en la universidad. No me gusta nada ser el centro de atención o que cualquier alumno se fije en mi.

Este año es nuestro primer año de universidad para Gemma y para mi, por lo que no estábamos histéricas, pero si algo nerviosas.

-¿Queréis que os acerque y os recoja yo? No me importaría, pues debo llevar a Olivia a su escuela.- Preguntó Sarah tan servicial como siempre, como una madre ejemplar haría.

Olivia era mi prima aún más menor, pues sólo tiene siete años y era todo un clon de su hermana mayor Gemma.

-Gia dijo que nos llevaría a clases.- Respondió Seth, el último primo que me quedaba por nombrar.

Sólo tiene casi diecisiete años, pero juraría que es mucho más maduro que cualquier chico de la zona en la que vivimos. Al menos los chicos de nuestra clase del curso pasado. Gemma y yo tenemos dieciocho años y aunque ya no somos niñas, o adolescentes, nos seguimos divirtiendo como tales.

-¿Te importa acercar a Olivia a su clase? Iré a recogerla yo puesto que sale mucho más temprano que ustedes tres.- Preguntó mi tía mirándome desde detrás de la barra de la cocina.

Asentí mientras metía todas las cosas que necesitaría hoy dentro de la mochila que podría tener más o menos diez años, no tantos, pero más o menos.

En cuestión de quince minutos, todos estábamos en nuestras respectivas aulas y Gemma justo en la silla de delante mía. A su derecha, Rachel, otra rubia perfecta como mi prima, a la cual adoro casi tanto como a ella. A mi derecha estaba Chris, el único chico del grupo y no, no es gay. Está harto de esa estúpida pregunta con prejuicios de mierda.

¿Y qué sería del primer día de clases sin un poquito de mal humor? No sería lo mismo y no habría anécdotas que contar a final de curso cuando vuelva a llegar el verano. Nuestra anécdota tiene nombre y apellidos, específicamente, Jacob. Si, Jacob, pero no Black como el de Crepúsculo, ojalá. Es Jacob Smith, el hijo de la gran puta del ex novio de Gemma. Ese cerdo asqueroso ha comido en mi mesa, ha jugado con mi pequeña Olivia y ha besado las mejillas de mi tía Sarah. Aunque bueno, besar se le da muy bien, sobretodo a chicas que no son sus novias...

- Gem... Ni lo mires, no fue, es, ni será culpa tuya lo que ese cabrón te hizo. Tienes que sanar.- Le dijo Rachel girándose para poder mirarnos a los tres.

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⏰ Última actualización: Oct 20, 2023 ⏰

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