Prólogo

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La primera vez que lo busqué fue cuando un compañero de clases me preguntó: “¿Qué sentís cuando te alejas mucho tiempo de tu hermano?, ¿te duele algo?” y sinceramente, nunca me lo había preguntado. Por lo tanto, aquello me había dejado confundido y pensativo.

Inevitablemente me puse a pensar en qué sentiría si Samu me dejara, si un día él tomara la decisión de irse al más allá o si Dios buscara llevárselo con él.
Recuerdo que cuando llegué a casa tomé mi computadora para así buscar alguna respuesta y no me gustó lo que leí; decidí no indagar más al respecto.

La segunda vez fue cuando Osamu salió con sus amigos y tuvieron un accidente automovilístico. Mientras me encontraba en la sala de espera ingresé a internet, aguantando las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos.
Si no estoy mal, recuerdo haber leído que la muerte de un hermano gemelo podría causar un impacto realmente negativo a nivel psicológico y tras ver eso sentí como un nudo se formó en mi estómago.

Por suerte, horas después nos avisaron que Samu se encontraba fuera de peligro y que podía regresar a casa.

La tercera vez que lo busqué fue junto a Samu, le había comentado sobre esta pregunta y en conjunto leímos historias de diversas personas alrededor del mundo. Pasamos horas leyendo y vimos diversas versiones sobre como las personas llevaban el proceso de duelo luego de la muerte de su hermano/a; sin embargo, cuando comencé a llorar por lo que estaba leyendo mi hermano automáticamente me abrazó, intentando consolarme.

—Ya no leas esas cosas, Tsumu tonto —murmuró Osamu.

—No te mu... mueras, Samu, por... por favor no me dejes, no podría soportarlo. —Cada palabra salía luego de hacer mucho esfuerzo, me dolía el simple hecho de imaginarlo.

—No me voy a morir, lo prometo, es más, me vas a tener que aguantar hasta que seamos viejos y no se te pare más.

Osamu era así, sabía como decir las palabras correctas, aunque no lo pareciera, en el momento correcto. Y como siempre, logró sacarme una sonrisa.

—Eso te va a pasar a vos primero —le comenté mientras secaba mis lágrimas.

—Ajá, como digas, ya no leas esto, ¿si?

Asentí.

—Prometelo, Tsumu.

—Lo prometo, Samu.

Pero esa promesa no se cumplió, porque la cuarta vez que busqué aquella maldita pregunta y leí aquellas páginas con historias desgarradoras, fue cuando fuimos retirados del colegio. Esta vez Osamu tenía un dolor abdominal muy fuerte.

Fue un lunes, a esto lo recuerdo con exactitud porque estábamos a minutos de tener un exámen de matemáticas y mamá pensó que mi hermano estaba fingiendo para que ambos nos libraramos de tal prueba, incluso, debo confesar, hasta yo lo creí.
Como deseaba que así fuera, rogaba que todo aquello fuera un plan estúpido por parte de Samu porque no habíamos estudiado.

Mi mano sostuvo la suya durante todo el viaje hasta el hospital, él no dejaba de quejarse y fue ahí, cuando aquella idea de la mentira empezó a derrumbarse más rápido dentro de mí.

—Dios, siento que me va a explotar el estómago o alguna zona de ahí —comentó Samu mientras apretaba mi mano con fuerza.

—Cállate y no apretes tan fuerte, me vas a dejar sin mano.

—Yo me quedo sin estómago y vos sin mano, me parece justo.

Nuevamente intentó hacer sus chistes para calmar la situación, pero esta vez nadie rió, ni siquiera él.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2023 ⏰

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Querido, Samu:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora