Nuestro Dulce Secreto

El primer amor de Lilith

Severus estaba leyendo en la comodidad de la casona el libro que le había prestado Dumbledore acerca de la condición vampírica de su hija, para poderla entender más; estaba sentado en una poltrona con vista a los invernaderos, mientras Madeleine estaba recogiendo hierbas en su invernadero de plantas mágicas para hacer un buen surtido de pociones para el semestre tanto para sus clientas, como para Snape, su hija y ella misma.

Lilith había bajado a la primera planta de la casona y había pasado de reojo por la biblioteca, donde vio a su profesor que leía un libro de manera concentrada. Pasó de manera desapercibida y lo observaba, la niña pronto cumpliría los 12 años y lo celebrarían en la comodidad de la casona.

La pequeña veía su perfil, sus grandes ojos negros que se perdían en las páginas del libro en sí, sus grandes  manos blancas. sus brazos, los cuales estaban salpicados con pelo negro al igual que veía su cabello como graciosamente caía en su rostro.

Severus se sintió "observado" y vio que la niña lo miraba a lo lejos.

¿Pasa algo, Lilith?-le preguntó Snape a la pequeña.

No, profesor, nada- le dijo la niña- sólo lo observaba.

Y dime, ¿Qué observabas?-le volvió a preguntar el pelinegro.

Nada, voy con mi mami- le dijo la pequeña- lo veo en un momento más.

Se fue de ahí, dirección a los invernaderos, mientras recordaba aquellas facciones de su profesor, sabía que su madre y él eran amigos de la infancia, por ello, no le extrañó verlo ahí, pero al verlo tan calmadamente leyendo, sentado en la poltrona, tuvo un ligero cosquilleo que no pudo decifrarlo bien, pero a ella le encantaba mirarlo y observarlo.

Severus volvió a su lectura mientras llegó un apartado que decía así:

"Los primeros diez años de la niña son asunto de la madre, para amamantarla, cuidarla, vestirla, protegerla y contenerla, pero desde los 11 años hasta la adultez, el padre con condición vampírica debe participar en el proceso de  manera paulatina. Entre los 12 y 14 años la niña vampiro lo observará en demasía y es porque se estará creando en ella, la vivencia del primer amor, que la vinculará con el padre"

El pocionista sonrió para sus adentros, eso era lo que estaba haciendo Lilith, su pequeña, lo estaba observando a lo lejos, mirándolo para transformarse él en su primer amor; continuó leyendo y decía así:

"Entre los 13 y 15 años, es absolutamente normal que la niña vampiro fantasee con su propio padre vampiro a que él sea una especie de novio para ella, ya que es el primer contacto con persona del sexo contrario, por lo tanto, hay que estar muy pendiente de este tema en sí, hay casos en que se da antes esta situación y hay que estar pendiente de cada situación como vaya aconteciendo"

El maestro de pociones, dejó un poco su libro de lado, para poder descansar la vista, tendría que estar atento ante cualquier situación que se diera con su pequeña, pero para tener más claridad en el tema, decidió ir al laboratorio de Madeleine para consultarle de este tema, ya que también en la vida de las dos, estaba Remus Lupin y si es cierto que el cumplió en su momento con el rol de padrino en la vida de la niña, estaba el peligro de que ella se "enamorara" del licántropo, por lo cual Snape tenía sus reservas en ese tema.

Toc-toc- tocó el pocionista la puerta.

Pase- dijo Madeleine, mientras cortaba los ingredientes.

¿Quieres que te ayude en algo?-le preguntó el pocionista, mirándola con ojos de deseo, ya que estaba ella estupendamente ceñida con el vestido que usaba más su delantal.

Bueno, pensándolo bien, si- dijo la bruja- necesito ayuda con estas pociones que estoy haciendo para nosotros.

Bien, dame los apuntes y me enchufo en un rato en lo que debo hacer-dijo el maestro de pociones.

Ahí están en la mesa- dijo la bruja.

Snape se acercó al escritorio y vio lo que Madeleine hacía, se colocó un delantal que también estaba en el perchero y comenzó a ayudarla en la fabricación de pociones, mientras le consultaba lo que había leído en aquél libro.

¿Has leído el libro que me prestó Albus?- le preguntó el pocionista.

¿El de los niños vampiros?-preguntó la bruja.

Sí, ese mismo- acotó el maestro de pociones.

Si, lo leí, pero veo que en el caso de Lilith, siento que todo ocurrirá antes- dijo la bruja, partiendo unas raíces de acónito.

¿Cómo antes?-le preguntó, asombrado el pelinegro.

Lilith es más adelantada, que las niñas vampiro de su edad- le confesó Madeleine.

Hoy mientras estaba en la biblioteca-dijo el pocionista-Lilith llevaba un rato observándome a la distancia.

Entonces, quiere decir que el proceso de que te vea como un futuro hombre para ella se adelantó- le dijo la bruja.

Pero es mi hija- le dijo Snape- sólo la puedo ver con ojos de padre, no de otra cosa.

Sev, en nuestro mundo es así-le dijo la bruja- el padre es quien atiende el caso hormonal adolescente de la niña, no hay otra forma.

Creo que es el momento ya, de decirle a ella que soy su padre- dijo el pelinegro.

Aunque se lo digas, te mirará como hombre igual- le dijo la adivina.

Pero será mas fácil de poder manejar la situación ¿no?-le preguntó Snape- o ¿existe la posibilidad de complicación?.

Dependerá de cómo lo tome ella- le dijo Madeleine, echando los ingredientes al caldero-puede que lo tome a mal o lo tome bien, no se sabe aún eso.

Mi miedo es que vea a Lupin con esos ojos- acotó Snape-sé que es su padrino, pero tengo mis temores.

Madeleine se acercó al pocionista, haciéndole cariño.

¿Consideras que es buena idea decirle, antes que empiece su año escolar, nuevamente?-le preguntó la bruja.

Sí, lo más pronto posible- concluyó el pelinegro.

Ok, se lo diremos entonces cuando no tengamos que hacer en el laboratorio y estemos desocupados ambos- le dijo la bruja, tranquilizándolo.

Me tiene inquieto este tema- dijo el pocionista- no quiero que pase algo por fuera y se complique, si yo soy el padre, que a mi me de el sentimiento que nazca en ella, porque sé que lo podré controlar.

Así será- le dijo la bruja.

Continuaron ambos en la elaboración de pociones de forma tranquila.