IV | Hogar, estúpido hogar

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TAZ

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TAZ

Abro mis ojos pesadamente, los asquerosos rayos del sol me quemaban así que lo único que me quedaba por hacer era despertar. Me recargo sobre la cabecera, estiró mi mano para agarrar un cigarro de la cajetilla que usualmente siempre está en el mueble de al lado de la cama, frunzo el ceño al mirar el lugar en donde estaba. Era una habitación poco colorida con ropa tirada por todos lados e incluso envolturas de frituras por todos lados.

Suelto un bostezo para levantarme de la cama y en cuanto pongo mis pies sobre el suelo suelto un grito al sentir que una especie de pinza aprieta mis dedos del pie izquierdo.

— ¡Carajo! — Me siento sobre la cama con los ojos vidriosos, esto duele en verdad.

— ¿¡Qué pasa!? — Entra gritando Hannah, tenía unos guantes de cocina mientras su mandil estaba lleno de una especie de mezcla extraña.

— ¡Quítame lo que tengo en el pie, me está torturando! — Muerdo ligeramente mi labio inferior para evitar llorar, sea lo que fuera que trajera en el pie realmente era doloroso.

— Es una ratonera, ya sabes... hay ratones por todos lados — Hace una mueca y se agacha para intentar quitarme la ratonera, pasan algunos minutos y por fin mi pie estaba libre.

— ¿Que tipo de ratonera es esa cosa?, casi me arranca el pie — Mis cejas se juntan mientras miraba mi pie, se había puesto de un color rojo muy intenso, e incluso a pesar de no tener la ratonera entre mi pie el dolor aún estaba punzante.

— Me la regalo mi padre, era una ratonera que usaban en el campo para evitar que los ratones se comieran sus cosechas — Ríe —. Prácticamente en un pellizco podria quitarles la vida de inmediato

— Están locos. Hay medidas mejores para ese tipo de animales — Gruño y me agacho para colocarme mis tenis, debía irme cuanto antes para poder ir a abrir la cafetería.

— Taz... — Se agacha a mi altura quedando frente a mí, está cercanía se hacía presente entre ambos nuevamente.

— Ahora que pasa Hannah, dímelo rápido antes de irme — Alzó la mirada para fijarla en ella, necesito que hable rápido para poderme ir ya que ni siquiera sé en donde estoy.

— ¿Quieres quedarte a desayunar?, es la primera vez que cocino para alguien — Me sonríe emocionada acariciando mis brazos.

— Bien — Ruedo mis ojos para levantarme, no podía negarme por más asquerosa que se viera su habitación. Pensándola bien supongo que hoy no abriré la cafetería, me duele la cabeza y mi humor no está muy bien coordinado.

— Te preparé una taza de café normal y espero que te guste todo lo demás que hice especialmente para ti — Sonríe mientras caminábamos hacia la cocina donde también tenía su mesa del comedor. Me siento y ella empieza a servir en mi taza algo de café de la cafetera y sirve sobre mi plato algunos panqueques.

El café de Hannah | Taz Skylar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora