Kaem: Perversión En La Bratva

23° Tuyo y mío

Lianys

Estaba tan cansada que al llegar al aeropuerto, me subí al jet privado y me quedé dormida durante todo el viaje. Mis párpados caían agotados, los senos me duelen demasiado, mis caderas se ancharon más. Poco a poco mi cuerpo ha estado presentando breves cambios que Kaem aún no ha notado. Aterrizamos en tierras noruegas, el frío pega en su mayor esplendor, el viento mueve de un lado a otro los árboles provocando que ciertos frutos caigan al suelo.

El Boss me ofrece su mano para ayudarme a bajar por las escaleras. Miro hacia los lados y la soledad nos abarca. La luna es la única que nos acompaña.

Cabe destacar, que me sorprendió que Jacinta y Dani vinieran con nosotros. Luego le preguntaré al ojiazul.

Me abrazo yo misma procurando darme calor pero mi esposo se quita la chaqueta de cuero y la coloca sobre mis hombros. Me asombré que cuando desperté él estaba con nueva ropa concentrado en su Iphone; sin embargo, lo veo a los ojos y le agradezco con la mirada por tan lindo gesto que hace que mi corazón de pollo se ponga cada vez más consentido al no importarle demostrar lo que siente.

Un señor de cierta edad se acerca un sombrero de paja en la cabeza y una señora en batola, al parecer estaba durmiendo.

— Sr. Ivanov, que alegría volverlo a ver. — dice el anciano — Está todo listo como usted lo ordenó.

— Que bueno. Ella es Lianys Ivanova, mi mujer. — me presenta — Ellos son Rodolfo y Natalia, son los encargados de cuidar de las tierras de la familia.

— Un placer, espero no haber molestado su sueño.

— No se preocupe mi señora. Por favor pasen, sus habitaciones ya están listas. — dice cordialmente Rodolfo.

Jacinta y Natalia se saludan con un abrazo dando entender que se conocen desde hace años. Dani con asentimiento de cabeza los saluda y agarra las maletas para ingresarlas al enorme Rancho Hansen. Frunzo el ceño al ver aquel nombre y no el apellido de mi marido. Entramos cogidos de la mano quedando anonadada con lo hermosa que es esta propiedad.

El piso es de madera, la más costosa. Las paredes dependiendo de la estancia tienen diferentes colores, hay un piano de cola blanco junto a sus partituras. Al lado se halla el inicio de las escaleras que te lleva al siguiente piso, en en las paredes de la sala principal hay cabezas de renos y toros incrustadas de modo de cacería, también algunos reconocimientos de carreras de caballos con el nombre de Anette Hansen y varios de Kaem. Me suelto de su mano para curiosear a mayor profundidad.

Encima de la repisa hay varias fotografías a color de una mujer hermosa de cabellera negra con ojos marrones e intensos, a su lado un hombre con cara de poco amigos, ojos grises, espesa barba y cabello recogido en una coleta. En las piernas de aquella mujer hay un niño de aproximadamente de cuatro años con la misma descripción de aquel hombre.

— ¿Quienes son ellos?

— Mis bisabuelos, yo no los conocí, claro está, pero mi padre cuando era niño me hablaba mucho de ellos. — sonríe viendo la fotografía — Por lo que ha dicho Akem, su matrimonio hizo que se presentara una guerra entre la Bratva y la milicia noruega ya que no aceptaban que mi bisabuela se casara con un criminal. Los Hansen eran una familia muy reconocida que se desvivía por las leyes ya que el padre de Anette era coronel de la milicia...

— ¿Y cómo hicieron para qué las aguas se tranquilizaran?

— Mi bisabuelo mató a cada integrante de la familia. — sonríe viéndome como si fuese su mayor admiración – Luego se mudaron a Moscú y tuvieron a mi abuelo Dimitri.

Por lo que tengo entendido, Dimitri Ivanov era hijo único que lo complacía en todo, tuvo miles de mujeres solo para complacerse hasta que conoció Ágata Petrova y sus ojos se posaron en ella. Al principio se rumora que él la amó pero no dejaba de ser mujeriego, los padres de la abuela de Kaem la vendieron a la Bratva por ser mujer y no el hombre que tanto deseaba la familia Petrov hasta que se embarazó de mi tío Akem y lo demás es historia.