Capitulo 19: Ultimo respiro de paz, aunque, en realidad nunca la hubo.

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Lady Sang lloraba a mares sin saber exactamente como salir de ese lugar, ni siquiera comprendía que era lo que estaba sucediendo. En su cabeza su gato, sus padres y ella se removían como un terremoto de pensamientos horribles. Sus manos débiles y repletas de la suciedad de las paredes de la mazmorra. Esa gema era suya, pero la había perdido, ¿que tenía que hacer en el caso? Era sumamente indignante, y más que todo que le vieran, su cara se ponía fea. No entendía nada, pero quería salir de ahí lo más pronto posible ese espeluznante cuartito era oscuro, de piedra llena de polvo, la camilla se vacía tan sucia como una cabaña abandonada por décadas, su lamparilla no podía entenderse de lo vieja que era y la luz de a fuera era tan lúgubre que no alcanzaba a iluminar nada, además que el reino no se le veía el sol por las fuertes nevadas y las enormes nubes que eran una capa protectora anti sol. Sus lagrimas mojaron su rostro hasta que se canso, mirando el vestido que su Margarita le había confeccionado apenas dos días atrás y ahora estaba manchado del recuerdo traumático de haber sido tomada como una prisionera trato de pensar en como salir de ahí, pero ni siquiera por la rejilla de la ventana cabía con su vestido pomposo. Mucho menos sin el. Se tocó los rulos suaves y sintió humedad y suciedad en ellos por lo que volvió a sollozar.

Sus manos temblaban y su corazón palpitó contra su pecho con lentitud a medida que se dejaba de llorar y empezaba a hipar.

—Porfavor, sáquenme de aquí.

—Si eres sincera, posiblemente te saquen.

Una voz la hizo respingar. Se había sentado en la camilla que le daba la espalda a la ventanilla, era tan oscuro que ni la sombra de ese hombre la pudo advertir de su llegada oportuna. El general la había estado observando desde que sus alaridos sollozos le indicaron su retención y los siguió pensando que alguien estaba herido. Sin embargo encontró a una señorita llorando desconsolada como un niño recién nacido que no pudo evitar detenerse a contemplarla desde lo alto de la ventanilla que daba a las puertas de servicio.

—No se burle. Yo no hice nada y por haber sido sincera es que me han tomado hasta aquí. —sus labios se hicieron hacia abajo y sus ojos escocieron mientras sus puños temblaban de impotencia —No puedo creer que se atrevieran a tocarme.

—¿Tocarla? ¿Quien la toco?

Su voz dura y baja le hicieron alzar la cabeza a él.

—Los guardias me tomaron y me llevaron aquí antes de empujarme dentro como un delincuente. ¡Tiene que despedirlos!

No sabía Lady Sang si había visto bien porque el hombre estaba contra luz y dentro del cuarto no había ninguna otra fuerte de visibilidad; pero creyó ver un costado de su rostro alzarse en lo que podía ser una sonrisa. Confundida y casi creyendo que estaba loca pensó que se imaginó aquello.

Ese hombre era una piedra.

—Me encargare de ello.

—¿Porque está ahí arriba? ¿Como supo que estaba aquí?

—No lo sabía.

—¿Entonces?

—Tu griterío me indicó el camino. Lloras como si el que te escucharan no fuera algo que avergonzarse.

—Porque no lo es —puso sus manos en su diminuta cintura y la vista del general cayó ahí —llorar no es ni para débiles ni para mujeres. Es una acción humana natural, si fuera exclusivo solo para nosotros entonces ustedes no tendrían la misma capacidad para hacerlo, pero la tienen. Deben usarla. Ayuda a sacar aquella frustración o tristeza que uno tiene dentro.

—Yo no lloro.

—¡No es posible aquello! Sera que le enseñaron a no llorar, no que no pueda. O mucho peor, que deba.

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⏰ Última actualización: Jan 02 ⏰

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