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Khun masticaba lentamente su manzana viendo tararear a Porchay una canción mientras golpeaba suavemente el cuello de su guitarra con la punta de sus dedos, llevaba una hora en el jardín componiendo una canción.
– Al parecer ese chico volvió a hacerte sonreír, ponquecito – dijo Khun con una sonrisa oculta
Chay paró de tocar y miró a Khun.
– No es...
– Oh, no, no, a mí ni me mientas – dijo el mayor de los Theerapanyakul – Tienes esa sonrisa tonta desde hace una hora, ¿la canción que escribes es para él?
Chay no sabía bien para quien era la canción que escribía... simplemente hoy se levantó de buen humor y pensó que sería buen momento para componer algo nuevo, hace mucho tiempo no lo hacía, y como ya casi iba a volver a las clases... lo mejor sería desempolvar su creatividad.
– La canción no tiene dueño – dijo Chay volviendo a sus partituras – Solo estoy de buen humor.
– Pues ya llevas varios días de buen humor y llegando un poco tarde... ¡¿Qué?! Eso me reporta Arm –
Chay puso los ojos en blanco – No es lo que piensas, solo nos llevamos bien y ya.
– Oiiiiii, cuéntame algo de él, lo que sea – suplicó Khun
El mas joven exhaló, miró a Khun – Mm... tiene una bonita voz, un poco grave y ronca, pero es por su acento.
– ¿No es tailandés?
– No, phi, es de Rusia – respondió
– ¡Un extranjero! Estoy orgulloso de ti, ponquecito – le guiñó un ojo
Porchay soltó una risita mientras negaba con la cabeza y rasgaba las cuerdas de su guitarra acústica.
– Ya, ya, no es lo que crees –
– ¿Pero te gusta?
Chay se mordió el labio, era extraño estar hablando de esas cosas con el hermano de tu ex novio, pero Khun era como otro hermano para Porchay, entonces no se sentía tan ajeno. temía de que si algún día Khun se enterara de que hubo entre él y Kim... las cosas fueran a cambiar.
– Sip – admitió con una sonrisa
¡Oh buda, lo había dicho! Se sintió... diferente, se sintió genuino porque le gustaba de verdad, era un chico... diferente, le demostraba su interés, le contaba cosas de su vida, hablaban de... era bonito sentir que tu también le gustas a alguien, y que no sea necesario decirlo para saberlo, era bonito el hecho de que había alguien que seguramente también sentía lo mismo que tu pero estaba esperando que... tu dieras el primer paso para sentirte cómodo, era exactamente lo que estaba haciendo Wolfgang.