Epílogo

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La mañana era fragante y tranquila, brillaba en el exterior, la luz se filtraba a través de las ventanas y caían sobre la pareja que se mantenía ignorante al tiempo en los brazos del otro. Uno frente al otro, ojos que se mantenían fijos y una sonrisa alegre que acompañaba a la otra, que se volvía más y más tímida que el dulce silencio que se prolongaba en medio esa agradable calma.

– ¿Tienes que quedarte mirándome así?. No es como si no me hubieras visto antes.

– Es que creo que hoy te ves más bonito – Mew alzó la mano que abrazaba la cintura de Gulf y apartó algunos mechones de la frente de este, acariciando lentamente, con una ternura que lo hizo sonrojarse – Mirándote de este ángulo pareces una de esas esculturas famosas o no lo se.. Algún especie de Ángel.

– ¿Yo? – Gulf alzó la mirada y la poso sobre el hombre mayor que le sonreía ampliamente – Tienes que estar bromeando.

– Estoy seguro que eres conciente de tu propia belleza.

Gulf río entre dientes, Mew era sorprendentemente bueno con las palabras, era amable, dulce y en muchas ocasiones, bastante bestia en la intimidad que terminaba cansado hasta el punto de temblarles las piernas. No sabia como había conseguido sobrevivir estos dos años junto a él, sin embargo era tan bueno, habian días muy dulces y alegres. Mew nunca se olvidaba de decirle cuanto lo amaba cada mañana, o de preguntar sobre su día todas las noches y era tan tierno y bueno que no podía evitar morir un poco más de amor por él.

Era magnífico e irreal esta vida a su lado.

– Bueno, si, supongo.. – abulto los labios, pensaba que admitirlo podría parecer demasiado pretencioso – Solo me interesa saber cómo tu me ves.

Mew asintió y lo estrecho contra su pecho. No queria admitir lo celoso que era últimamente, había días en donde Gulf simplemente se veía radiante y hermoso, como si fuera portador de su propia luz y él descubrió lo posesivo que podia ser cuando se trataba del menor.

Estuvieron envueltos entre los brazos del otro un par de minutos más hasta que la puerta de la habitación se abrió inesperadamente y una niña totalmente euforica cayó sobre ellos mientras sonreía.

– Lucy, ¿cuantas veces te he dicho que no puedes entrar sin antes tocar la puerta? – le regaño Mew con voz ronca, por suerte no estaban desnudos – ¿Donde esta tu madre?.

– Haciendo el desayuno – respondió la menor al tiempo que se acomodaba entre la pareja enamorada, literalmente empujó a Mew y este gruño – Tío Gulf, hoy me llevarás al parque acuático ¿verdad?. Mis amigas dijieron que habia muchos juegos divertidos.

– Por supuesto – Gulf acarició el cabello sedoso de la niña y luego plantó un tierno beso en su mejilla. Lo tenía planeado desde hacía algunos días y la menor estaba emocionada, no había dejado de llamarlo para recordarle tal evento.

Lucy salto de la cama radiando de felicidad y se fue corriendo en busca de su madre.

– Estoy pensado en cambiar la contraseña – se quejo Mew, mientras se incorporaba de la cama y se metia al cuarto de baño, con suerte el agua tibia lograría relajar su cuerpo.

Últimamente esto parecia ser cosa de todos los días. Desde que Gulf se había mudado a su departamento algunos meses atrás, no había día en donde su hermana y su linda hija, no vinieran de improvisto, sorprendiendolo, ya sea por la mañana, tarde o noche. Y no se estaba quejandose en lo absoluto; las visitas eran buenas hasta cierto punto, solo esperaba no ser encontrados en una situación bastante comprometedora.

– Lucy, baja los codos de la mesa – escucho la voz de Jayden conforme se acercaba a la cocina.

Allí junto a ellas se encontraba su lindo novio, bebiendo ese chocolate espumante que nunca podía faltarle en sus mañanas, y cuando ambas miradas se cruzaron, la sonrisa en los dos fue automática. No demoró en acercarse a su lago y compartir un sutil pero significativo beso con menor.

Inesperado (MewGulf) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora