Point of View
Nunca fui una niña normal, desde siempre he visto el mundo desde una perspectiva distinta a la común, tal vez por eso siempre fui rechazada en los grupos sociales, pero está bien, a mi tambien me costaba mucho admitir a las personas en mi círculo social, a causa de esto era común verme desayunar sola en los recreos, eso se volvió mi distintivo.
Tal vez nunca conté con una amiga para soltar todo lo que tenía guardado, sin embargo siempre había una libreta en mi mano, mano con la que casi siempre realizaba movimientos extraños, especialmente en mis dedos, y era curioso como una tinta negra y el "Do Re Mi" no eran solo pasatiempos, eran parte de mi vida, eran parte de mi, eran mi vida.
Pero detrás de cada letra, detrás de cada hoja, detrás la tinta negra, detrás de cada "Do Re Mi", detrás de cada compás de 4/4, detrás de cada pentagrama, había un ligero y solitario sollozo bajo las sábanas, con la luz apagada, sin la luna ni el sol.
Era difícil ser yo, mi vida no era difícil, eso lo volvía más complicado, existía en mi la necesidad de llorar todo el tiempo, y ciertamente tambien un rechazo por parte de mi familia, no los culpo, no debe ser fácil lidiar con alguien cerrado, y es que era yo quien se cerraba a todo, era mi intuición y yo contra el mundo, no me animaba a probar cosas nuevas, mi rutina siempre era la misma y aún así, había en mi un desequilibrio, no sé dónde ni por qué, pero algo me impedía estar bien, no importa que pase, yo siempre caeré en pedazos, es lo que estoy haciendo ahora mismo, cayendo a pedazos poco a poco, cualquier persona pensaría que es parte de la adolescencia, pero yo no nací siendo una adolescente.
Honestamente todo el tiempo me sentí abandonada, hasta día de hoy me cuesta imaginar cómo será ser querida, a nadie que conozca le agrada mi forma de ser, y sinceramente yo logro comprender que debe ser estresante estar con alguien que siempre tiene la necesidad de llorar al punto de dejar de respirar involuntariamente, con alguien que en su espalda carga con el peso y la frustración de tener que renunciar a sus sueños por no ser suficientemente buena para cumplirlos, por más que me esfuerzo, nunca logro superarme a mi misma, y realmente estoy descepcionada de mi, lo suficiente para deprimirme y renunciar a mi única meta en la vida, nunca estoy conforme conmigo misma, mucho menos con el mundo, eso molesta demasiado a los demás, a veces me entristece que el mundo sea tan poco empático, si se pusieran en mis zapatos tal vez no serían tan duros conmigo, entiendo que sus vidas sean difíciles tambien o incluso peores, eso debería hacerlos más empáticos, ¿Tan difícil es comprenderme? Es decir, no quiero que pasen por lo mismo que yo, pero un poco de comprensión no estaría mal.
Estoy harta de ser yo, mas si me dieran la opción de ser alguien más pero a cambio de eso otra persona deberá sentir lo mismo que yo definitivamente la rechazaría, estaría encantada de ser alguien más, pero prefiero sufrir el triple a que alguien más tenga que sentirse como yo, porque nadie merece sentirse así, a nadie se lo deseo, incluso a las personas que en algún momento me causaron cicatrices permanentes y daños irreversibles, a esas personas que después de romperme por completo hoy en día los veo tranquilos disfrutando su vida, no les deseo que pasen por todo lo que me hicieron, hoy en día les deseo lo mejor, porque nadie, ¡NADIE! merece sentirse como ellos me hicieron sentir a mi.
Tal vez cuando mi condición se hizo pública y todos se enteraron de lo que era, tal vez ahí empezó todo, pasaba el 99.9% del tiempo sola por no ser que el resto del tiempo asistía a clases donde era encerrada con otros treinta niños, ahí no estaba sola, aunque sintiera que sí.
Con el tiempo me volví una persona ciertamente solitaria, mi vocabulario diario era simplemente "Sí" "No", al punto en el que la soledad se volvió una necesidad para mi, podía estar rodeada de las 8 billones de personas existentes, pero yo me seguía sintiendo sola.
En algún momento olvidé por completo como era tener amigos, no recuerdo cuando sucedió eso, tampoco recuerdo cuando decidí entregar mi alma y corazón a teclas blancas y negras, cuando el momento en el que me encontraba sentada teniendo delante de mi 33 teclas era el único en el que podía sonreír.
Me volví aficionada de la música, y tal vez a partir de ahí fue cuando los "Hola" "¿Cómo estás?" Desparecieron por completo, solo observaba a la gente caminar, ninguna de esas personas me saludaba ni se interesaba por mi día, si en algún momento alguien lo hiciera, le diría que va bien, así eso no sea nada cierto.
Saliendo de primaria se organizó un baile y una fiesta, mis compañeros se pusieron de acuerdo para que yo no me enterara y no asistiera, harían lo imposible para lograrlo, era triste ver cómo amistades de preescolar solo me barrían con la mirada, estoy segura que estaban lo más contentos posible, debe ser bueno que después de nueve años nunca me iban a volver a ver, me alegro por ellos, viven mi sueño.
Y es que cada mañana despierto con el deseo de que no hubiera sido así, y cada noche duermo con el deseo de no despertar, cuando me miro al espejo lo único que quiero es que la persona que está ahí desaparezca de la tierra, que duerma para siempre, sí, eso estaría bien.
Tambien era común que después de la escuela llegara a mi casa con olor a basura o con moretones y golpes, pero esto solo fue por un tiempo, tal vez finales de primaria y el primer año de secundaria, en fin, no importa.
Era considerada rara, mi mundo estaba de cabeza.
Es por eso, que si algún día encontrara a otra rara como yo, le diría "hola", tal vez ese hola cambie su vida.
When we were kids
Es común que cuando éramos niños no supimos apreciar lo que teníamos, es tan común así como triste, y una vez que crecemos, no quedan más que recuerdos.
Cuando éramos niños, anhelabamos crecer, quizá tan alto como las estrellas, pero cuando crecemos, queremos hacernos pequeños pequeños pequeñitos, lo suficiente para caber en un bolsillo, cuando somos niños queremos desvelarnos, cuando crecemos solo ansiamos dormir
Vocho.
ESTÁS LEYENDO
Vocho
Short Storyen la Ciudad de México, hay una antigua tradición en la que la gente se golpea las rodillas cuando ven un coche Volkwagen Beetle rojo, conocido popularmente como "Vocho". Esta costumbre se originó en la década de 1970, cuando el coche fue populariza...