Osamu debió sospechar cómo terminaría su noche en el momento exacto en que Atsumu lo invitó al nuevo bar que abrirían en la avenida.
—Vamos, 'Samu, solo será un vaso y nos vamos —dijo el gemelo horas antes de la inauguración.
Aquella frase era más que conocida para el peligris, porque es su gemelo de quien estamos hablando; el más fiestero, impredecible y salvaje de ambos.
Y aquel único vaso del que primeramente hablaron, para Osamu se convertiría en una borrachera segura que estaba dispuesto a tener.
"El bar nuevo" en Hyogo abría sus puertas hoy, siendo la completa novedad del momento.
Era un antro llamativo con luces neón decorando tanto la barra como las mesas, sillas y puertas, un digno espectáculo para toda persona, sobria, ebria o drogada, y que, además anunciaba excelentes promociones de apertura.
Eso atrajo a más de unos cuantos.
El peligris había sido uno de los que asistió para la gran inauguración, porque, según escuchó de Atsumu hace unos días, darían shots de bienvenida para todos los que lleguen hasta cierta hora de la noche.
Si confiaba plenamente en algo, era en el gusto de Atsumu dentro de la vida nocturna. En lo que no confiaba Osamu, es en la puntualidad o compromiso de su gemelo.
Porque aquí estaba el peligris, solo, haciendo una inmensa fila para entrar al bar, y Atsumu brillaba por su ausencia. Con su teléfono en mano marcó al número del ojimiel y después de los tres timbrazos, una contestadora se hizo oír.
Osamu bufó molesto cuando el otro le cortó.
—Jodida mierda —murmuró para sí mismo después del segundo intento, mientras que el reloj marcaba las doce en punto y las puertas prometedoras del local se abrían recibiendo al público que ansiosamente esperaba ingresar—. Atsumu cab... ¿Hola? —su gemelo contestó en medio del bullicio.
—¡Samuuuu! —escuchó su voz aparentemente algo ebria y lejana.
—¿Tsumu? ¿Dónde estás? —preguntó el peligris tapando su otro oído y avanzando un lugar, su nerviosismo crecía a medida que se acercaba a la puerta y el teñido no se aparecía por ningún lugar— Estoy en el "the new bar" como dijiste.
—Sobre eso... —Osamu no pudo evitar rodar sus ojos cuando entendió que simplemente no llegaría— No voy a ir —respondió el otro—, lo siento Samu. ¡Me encontré con Aran! Podrías venir si gustas, aunque no sé dónde estamos... Hay un...
—No te preocupes —le cortó—. Cuídate, y avísame cualquier cosa.
—También tú. Aran te manda saludos.
—Igual para él.
Cuando cortó, tan sólo faltaban unos cuantos turnos para poder pasar. Y con su identificación en mano, un shot de tequila después ya estaba dentro del local, observando la distribución de las mesas y sillones. Le gustaba, era espacioso, lo justamente iluminado y la música no era mala. Sin duda le gustaría a Atsumu, pensó.
Dos horas y un par de gin tonic después, se encontraba hablando con una chica que conoció cerca de los sillones. Era simpática y bastante extrovertida, por lo que se le facilitó mantener una conversación bidireccional pero superficial.
La música sonaba lo suficientemente fuerte como para hacer que las conversaciones se tuvieran que dar hablando directamente a los oídos ajenos. Lo suficientemente íntimo como para que las charlas tomaran rápidamente otro rumbo.
Mientras la muchacha apoyaba su mano sobre el hombro del peligris con una copa en la otra y su cuerpo inclinado sutilmente para poder ser escuchada, la sensación de ser observado lo inundó, y por más que intentó mantener el foco en la pelirroja que se encontraba a su lago, no pudo evitar buscar a la persona dueña de aquella invasiva mirada.
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No necesitamos recuerdos ; o.s. osasuna.
Short StoryOsamu lo conoció en un antro, y es allí donde finalmente se enrollan. Su perdición tiene nombre y apellido, Suna Rintaro. Los personajes no son de mi autoría, todos son del autor Haruichi Furudate. Crédito al artista detrás del dibujo e ilustración...