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"Si le meto un tres a la ecuación, debería sellar todo -Miró sus apuntes, III:Runespoor:plenitud- Pero meter las propiedades de π o √2... Mhhhh... Podría ser interesante con un 7. No, no puedo poner un 7 de buena suerte, ya había metido un 13."

Su mente iba a toda pastilla. Acababa de salir de una clase de tres horas de Transformaciones rehaciendo el É.X.T.A.S.I.S. del año anterior y, aún con el olor floral en su cuerpo tras la transformación a Connor en maceta de geranios explosivos, ya estaba haciendo cálculos en los márgenes del libro de Aritmancia avanzada. Al menos, las clases de repaso de pre-exámenes eran en grupo y había estado con Sirius a su lado, viéndola cambiar a Noir en todo tipo de cosas con una facilidad pasmosa. Sirius era la mejor en Transformaciones, con una gracilidad elegante en sus movimientos de varita, una confianza ciega en la pronunciación de hechizos y una picaresca mente para convertir la silla de Potter en un cactus justo cuando se sentaba.

Sé desvío de su camino rápido a Herbología para seguir a Sirius que se desvió por donde no era. Ella metió la mano en un armario aleatorio de una manera tan sutil que parecía que estaba colgando un abrigo.

De dentro salió un Regulus medio despeinado con carmín de pintalabios por parte de su cara y cuello al descubierto. Se rió mientras su novia daba un golpe de varita para dejar a su mejor amigo decente y una rubia de Racenclaw salía de dentro del armario roja de la vergüenza arreglando su ropa. Sirius le dio una colleja y Regulus solo puso cara de "tienes razón".

Sé dio la vuelta y volvió a la clase a la que iba, cambiando un libro por otro y viendo a su chica entrar caminando como si nada hubiera pasado.

El amor de Sirius Black.

De repente, se sintió... Raro. Sirius le amaba y él era el receptor de dicho amor con todo lo que conlleva. La conversación con la pelirroja, que iba con cara de no dormir mucho, lo sacó de su ensoñación. La clase continuó y él tenía ese... No se qué.

-¿Sev? ¿Severus? Santo Merlín, mi cuñado se ha quedado catatónico...

-¿Reg? Disculpa, no te escuché.

-No, si ya... ¿Qué te pasa?

-Nada- Su amigo levantó una ceja- Bueno, algo... Raro... No se cómo explicarlo...

Cuando acabaron de comer, caminaron por el sol hasta la espera de su próxima clase- Te escucho.

-A ver, no te confundas. Soy un mago poderoso- Miró a un lado. No pretendía ser humilde, no iba con su carácter- Pero no se qué hacer para dejar huella.

-¿En el mundo?

-Aquí, en Hogwarts.

El chico sopesó. Los Slytherin eran ambiciosos por naturaleza, no eran estúpidos y, aunque no eran arrogantes, no eran humildes. No era una petición extraña.

Reg era parte del equipo de Quidditch y era el quinto buscador más eficiente en los últimos cincuenta años, además de estar en el Club de Ajedrez Mágico. Potter era Capitán de Quidditch y Delegado a la vez, lo cuál tampoco sucedía en otros veinte. Lily era Prefecta y Delegada, lo cuál no era raro, pero era Presidenta del Club de Jardinería, miembro del Club de las Eminencias y Segunda Flauta de la Orquesta, además de tener varias Matrículas de Honor. Lupin, aparte de ser hombre lobo, era Prefecto y estaba en el Club de Cuidado de Criaturas Peligrosas y en el Periódico del Colegio. Hasta el maldito Pettigrew había sido animago y había sido parte de la creación del Mapa del Merodeador y fue parte del coro del sapo. Nott era Prefecto y estaba en el Club de Debate.

Y no hablemos de Sirius.

Él estaba en el Club de las Eminencias, lo cuál estaba muy bien sin ser parte de la gente que estaba ahí por su presente o futura influencia. Pero ya. Tenía varias Matrículas de Honor. Pero ya.

Puzzle De FetichesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora