𝗢𝗻𝗲 𝗡𝗶𝗴𝗵𝘁...; Tom Kaulitz

7

–Tráeme a Melisa.– musitó.

–Ya?..

–¡De inmediato.– lo miró con su mirada matadora –¡AHORA ARIEL!.

–si jefe!.

–Dile que se prepare!.– lo miró con seriedad.

–MELISA!.– llamo este.

–Uf que quieres Ariel!?.– hizo berinche.

–Tom te hace llamar estúpida!.

–Dile que luego...– le dio la espalda.

–Ahora Melisa, no seas TONTA!.– grito Ariel.

–Ya voy!..

–Apúrate!.– la agarro fuerte del brazo y la llevo a donde estaba Tom.

–Melisa!.

–Aquí esta jefe Tom!.– la empujó.

–Ey con más cuidado!.– grito.

–¡CALLATE ESTUPIDA!.– le dio una cachetada.

–Me pegaste...– Susurro agarrando su cachete.

–¿¡Acaso crees que me olvido lo que hiciste anoche!?.

–Esa!? Jaja, porque no la vendiste y listo!.– habló riendose de Bella.

–QUE TE CALLES!.– la empujó a el piso.

–Que haces!?.– habló molesta.

–GUARDIAS!!.– llamo Tom.

–Estamos a su disposición jefe!.– entraron dos personas con traje negro.

–A ella!.– apunto hacia Melisa.

–Oh Tom por favor no..!– suplico de rodillas a Tom.

–AHORA!.– dijo el de trenzas molesto.

¡Aviso de escena fuerte!
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Agarraron a Melisa de su pelo y la empezaron a arrastrar por toda la habitacion hasta arrancarle mucho cabello.

Luego empezaron a patear todo su cuerpo causándole moretones y sangrados.

–Por favor basta...– suplico con sus últimos alientos.

Siguieron los guardias de Tom pegandole a Melisa, se miraron los dos con una sonrisa de punta a punta, Melisa tenía muchísimo miedo pero más al saber que no podía ni moverse para defenderse.

–Cállate perra!.– se rieron en su cara.

–Sueltame estúpido!.– dijo ella moviéndose de un lado para otro.

–Maldita loca, cierra la boca porque te va a ir peor!.– agarro a Melisa y la puso contra la mesa, el otro la sujetaba de los brazos mientras este estiro de un jalón los pantalones de ella dejandola solo en ropa interior.

–Sueltame...– se movía de un lado a otro para no quedarse quieta en ese lugar.

–Princesita!.– le tapo la boca.

–Sueltenmen!!.– la desesperación cada vez se hacía más grande.

–Piel de cordero..– desprendió su pantalón y estiro brutalmente la ropa interior de Melisa dejandola por completo a descubierta.

–Maldito estúpido!..– le escupió en la cara pero aún así eso no valió de nada, vio como su ereccion entraba dentro de ella fuerte sin parar una y otra vez bruscamente.