Capítulo 56: Las visitas

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—Toca de nuevo, imbécil. Seguro el idiota no escuchó —ordenó Lovino a su hermano menor, comenzando a molestarse.

—Sean pacientes —intervino Elizabeta tranquilamente—. Venimos sin invitación previa, seguramente acaba de despertar.

—Por eso toca de nuevo para que se apresure, Feliciano —insistió el otro cruzándose de brazos y rodando la mirada—. Es fastidioso estar esperando aquí.

Elizabeta dejó escapar una corta risa, divertida frente a la impaciencia del muchacho, pero aun así, su hermano menor se dispuso a obedecerle.

—E-está bien —asintió tímidamente mientras extendía una mano otra vez en dirección al timbre.

La verdad era que Lovino no era el único impaciente ahí, ciertamente Michelle también lo estaba. A pesar de no haber dicho palabra alguna al momento (raro en ella), de verdad ansiaba que su visita fuera atendida rápidamente. Necesitaba hablar con Francis lo antes posible y sabía perfectamente que se encontraba ahí, es por eso que por la mañana se le "ocurrió" la fantástica idea de proponerle a sus amigos organizar un almuerzo en casa de Arthur.

La excusa para haber elegido la residencia de este hombre era bastante sencilla; simplemente querían incluirlo, pero sabían que sería imposible convencerlo de ir a cualquier sitio; es por eso que organizar la reunión en su propio hogar era la mejor prevención a su posible ausencia aunque no le hubiesen avisado.

Para su fortuna, al final no se vieron en la obligación de seguir insistiendo por atención, ya que en ese mismo instante, la puerta finalmente se abrió. Aunque por supuesto, a la única persona ahí que no tomó por sorpresa la identidad del anfitrión, fue a Michelle.

Bonjour, mes amies! [¡Buen día, mis amigos!] —les saludó el atractivo hombre que les recibió con una amable sonrisa de oreja a oreja—. ¿Buscaban a Arthur?

Por un segundo, aunque el shock estuvo presente desde un inicio por la obviedad de que quien esperaban que los recibiera era el nadie más que Arthur, asimilaron rápidamente que se trataba de aquella pareja que hace no tanto tiempo habían descubierto que su socio de trabajo tenía.

—¡Hola, buen día...aaa...! —comenzó a saludar Elizabeta tomando la iniciativa, aunque no tardó en perder el control de sus palabras al hacer consciencia de lo familiar que era la apariencia de Francis—. Ah... Ay carajo...

Tras descubrir que aquel tipo se había tomado la libertad semejante de atender a su propia puerta, Arthur no tardó nada en hacerse presente, claro, terriblemente furioso.

—¡Fran...! ¡Francis, mierda! ¡¿Por qué demonios abres....?! —lo llamó furibundo aproximándose inmediatamente a la entrada de su departamento con el propósito de alejarlo de ahí y obligarlo a entrar nuevamente a la casa—. Ay, no puede ser...

Por supuesto que su actitud cambió por completo al percatarse de quienes eran los visitantes, que para su infortunio no se trataban de nadie tan insignificantes como para simplemente ignorar. Por obviedad sus expresiones lo decían todo y Arthur no consiguió hacer nada más que frustrarse aún más.

—¿T-tu esposo es...? —comenzó a titubear Elizabeta.

—¿Tu esposo es el tipo que todas las semanas va a la compañía a...? —añadió Roderich.

—¡¿Tu esposo es el MALDITO LOCO que va todas las putas semanas a armar un escándalo afuera de la jodida compañía?!

Esto último lo dijo Lovino viéndose terriblemente alterado y hasta cierto grado ofendido. Muy contraria a la reacción de Feliciano que por su parte y a juzgar por su gran sonrisa, parecía entusiasmado.

Huelgas Mágicas en el Gabacho [𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖 - 𝙈𝙖𝙜𝙞𝙘𝙖𝙡 𝙎𝙩𝙧𝙞𝙠𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora