-El oráculo...

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Saliendo de su escondite, miro con duda a la gente antes de ver al príncipe, quien la ánimo a hablar sin miedo.

–Si su majestad me lo permite, seré sincera al decir que me encantaría estar al lado del príncipe por qué lo amo desde el fondo de mi corazón –las perlas se esparcieron por el suelo, confirmando la veracidad de las palabras.

Los murmullos se encendieron como el fuego, y tanto el príncipe como el rey sonrieron complacidos de la respuesta.

–Ya la oyó duque. Parece que la joven es más digna de quedarse al lado del príncipe que su hija.

–Su majestad. Desde antes de nacer, Mayary fue seleccionada para el puesto. No puede dárselo a…

–Ya no más duque –lo interrumpio, indicándole a la joven que podía ir a los brazos del príncipe.

Sin dudarlo, obedeció y sonrió por lograr tenerlo, al igual que el joven que la resguardo en sus brazos.

–Los jóvenes parecen enamorados. Eso ayudará a florecer el reino con un futuro digno y glorioso ¿No lo cree así duque?

Temblándole la mano, el duque no podía replicar nada ante el hombre de mayor autoridad, por lo que trato de controlar la ira y no lastimar la muñeca de su hija, a quien aún sostenía.

>>El duque siempre preferirá el honor de su apellido que el cuidado de los integrantes de la familia<< supo de inmediato la joven, desviando la mirada del progenitor de la Mayary original.

–Esperemos quedar sin rencores duque –sonrió el rey.

–No puedo pensar en tal cosa ante el monarca.

–Perfecto. Y para evitar que pueda hacerle algo a la futura reina, y para demostrarme que tú lealtad está intacta y no flaquea ante mí y este reino, te ordenó mandar a tu hija a la frontera del norte hasta una nueva orden.

–Su majestad, eso es lo mismo que enviarla al exilio –demando.

–¿Así parece? Por qué no lo veo de esa manera. Además es más seguro enviarla allí. No sería bueno correr el riesgo a que hablara y matará a la gente ¿No lo cree así, duque?

–Son sabías sus palabras majestad.

–Además si tu hija deseara cometer suicidó en el peor de los casos, sucumbiría al reino entero por culpa de la maldición que conllevaría su muerte. ¿No estás de acuerdo con mi generosidad?

–Agradezco que piense en ella y en el reino, mi rey.

–Bien. Eso es todo.

Sonriendo, dio por terminada la charla, siendo interrumpido por el azote del portón y una voz exaltada que se hizo presente.

–¡Un oráculo se ha manifestado! ¡El oráculo ha llegado!

La mirada de sorpresa de todos, se plasmaron en el hombre agitado, vestido con una túnica blanca y entrado en años.

–Su majestad. Un oráculo ha llegado al reino.

–Sumo sacerdote. Que oráculo tan importante debe ser, para que se haga presente a tal hora y en tal lugar.

–Saludos a su majestad –inclino la cabeza, ordenándosele que la levantara–. Hoy al ocaso, un oráculo se manifestó. Era algo confuso de interpretar pero logramos descifrarlo.

Entregando un papiro al hombre de canas en cabello y bigote, deslizó la mirada miel sobre el oráculo, anunciándolo con gloria.

–He aquí lo que la diosa a enviado al pueblo: “la vista buena y mala que se nota ante mis palabras a desencadenado la vista de errores. He aquí la eliminación de lo oscuro y la liberación del peso ajeno. Si puedo pedir perdón lo are. Ahora solo se libre”

–Nos costó interpretarla pero se llegó a la conclusión de que la diosa ha visto el mal de la hija del duque Lorcan y ha decidido revocarla de su don y maldición. Pidiéndonos disculpas por soportar el peligro de tenerla, dejándonos ser libres del miedo de tener que custodiarla en el reino.

Pensando en la que había dicho el sumo sacerdote, el rey llamo a uno de sus escoltas, solicitándole una daga, que desenfundó cuando se encontró frente a la joven de cabellera oscura.

–Mi rey, que planea…

–¡Silencio! –tomo sin permiso la mano de la joven, dudando de los actos que ejecutaría–. Kylian, hazle una pregunta a Lady Abigail.

El príncipe ejecutó la solicitud, obteniendo como respuesta la verdad, al ver las perlas.

Sin dudarlo, el rey tomo la mano suelta de la joven frente a él, deslizando la daga fría sobre la fina palma, cortando solo unos centímetros para verificar que está no se regeneraba.

–El sacerdote tiene razón –sorprendido, levantó la mano de la joven para mostrar que la sangre rodaba por la mano–. El oráculo es correcto.

El duque miro con asombro, soltándola del agarre para mirar a su esposa a un lado de la multitud en compañía del menor.

El asombro fue mayor al igual de la confusión de quien estaba segura que esta escena no aparecía ni en la novela o el juego.

>>El guion cambio…<<

Miro a todos como unos completos locos y estaba segura que les gustaría que lo fuera, empezando por el rey, de quien se vio forzada a quitarle su mano y limpiar la sangre con la tela del vestido. Ella odiaba el dolor, así como poseer las miradas sobre ella. Sin embargo la cortada le había servido para confirmar que no era un sueño o ilusión después de la muerte.

–Esto es un regalo de la diosa al reino de Thane. La guardiana Sílfi ha transferido nuestras plegarias y nos ha librado del miedo.

El público aclamo ante la bendición del oráculo, excluido el duque y su familia, quienes se sentían anonadados con la noticia.

–Duque. Esta debe ser una gran noticia para ti.

–Así lo es su majestad.

La mujer y el menor se reunieron con la primogénita de la familia, quedando a espaldas del duque.

–Y lo are aún mejor. Para qué no tengas que soportar los pecados de tu hija, ordenó su ejecución…

–¿Qué? –el duque lo fulminó con asombro.

–¡No! –exclamo la duquesa.

–…bajo los pecados de hostigamiento e intento de asesinato a la futura reina. El poner al país en peligro, en varias ocasiones y atentar contra la vida de su familia múltiples veces.

–Su majestad no puede hacerle esto a mí hija –la duquesa trato de hacerlo retroceder en la decisión, pero este la ignoro, llegando los guardias para ejecutar la orden.

–Sera lo mejor para usted duque. Recuerde su lealtad hacia mí –sonrió sin pestañear, victorioso de matar dos pájaros de un solo tiro. El controlar al duque y crear una imagen buena y misericordiosa ante el reino.

Los ojos burlones y los labios en curvados, produjeron un remolino desesperante para la joven que pronto sería arrestada.

>>¿Qué está pasando? Yo no quería esto. Es diferente a lo que recuerdo. Yo deseo morir, pero ahora todo esto. Me está sofocando<< con la respiración acelerada y temblándole el cuerpo, cerró los ojos convencida de que no habría lugar para ella, sin importar a donde fuera o renaciera, la muerte era la única alternativa de escape.

–¿Me está jodiendo con esta decisión solo para verse bien?

El ruido fue consumido por un solo grito, dirigido al rey quien se volteó para ver a su lacayo más fiel, gruñendo con toda ira y voluntad.

–¿Acaso dijo algo duque?

Yo no quiero las PerlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora