Toda la casa se puso en pie de madrugada, cuando aún no había amanecido. Y cuando decía toda la casa incluía a sus sobrinos que habían despertado con las pilas recargadas y llenos de energía. Se sorprendió aún más cuando Regina sacó una maleta para ella, la cual no sabía que había preparado ni lo que había metido su amiga porque no dejó que la abriera ni para curiosear.
Cuando pidió saber dónde iban, ninguno dijo nada ni supo explicarle la razón de tan inesperado viaje. Tan solo pudo averiguar que era una escapada sorpresa de pocos días, en familia, y que irían Jaime y ella junto con Regina, Alonso y los niños. Nadie más.
Trató de obtener más información de camino al aeropuerto, pero ni con todos los cariños del mundo estaba logrando que su novio le diera una pequeña pista. Con Alonso ni siquiera lo intentó porque conocía a ese hombre lo suficiente como para saber que no sacaría de él una sola palabra, pero Regina... Ella insistía que no tenía ni idea de qué se trataba y que solo había obedecido la petición de Jaime de organizarle la maleta sin que ella lo supiera.
—¿Saldremos del país? —preguntó cuando el auto que los llevó al aeropuerto se detuvo, permitiendo que bajasen y se diera cuenta que estaban a unos metros de un avión —Y en avión privado.
—¿Pensabas que me iba a arriesgar a ir en un vuelo normal y que descubras antes de tiempo nuestro destino? No, cariño, como si no te conociera —Rio su novio, rodeándole la cintura para acercarse y dejar un beso en sus labios—. Es una sorpresa y así se mantendrá hasta que llegue el momento que tengas que descubrirlo.
—Tú sabías esto ¿cierto? —le habló a su mejor amiga—Dime dónde vamos, Regina.
—Yo tampoco sabía —respondió, aunque con ese tono que siempre usaba cuando quería fingir inocencia y era evidente que mentía—. Amorcito, ¿por qué no me dices? Tú debes saber.
—Ay, por favor —Rodeó los ojos, meneando la cabeza porque su mejor amiga pensara que iba a creerle—. Es increíble que trates de fingir conmigo, Regina.
—Lo sepa o no, da igual, porque no pienso decirte nada —sentenció su amiga—. Mejor disfruta de la sorpresa, de nosotros... Estoy segura que será un viaje inolvidable.
Pudo notar cómo Jaime se tensó al escuchar las palabras de Regina, girándose abruptamente para mirarla y provocándole una sonora y divertida carcajada. Y eso la confundió aún más porque estaba segura que había algo detrás de aquella sorpresa tan inesperada.
En menos de una hora, ya habían despegado. Trató de todas las maneras posibles descubrir cuál era el destino, pero nadie lo conocía o, directamente, se hacían los locos como esa que se decía ser su mejor amiga.
Lucrecia se acomodó en el asiento junto a ella acompañada de Purpurina y no habían tardado más de veinte minutos en quedarse profundamente dormidas. Miguel estaba muy concentrado en una conversación con su padre en la fila de asientos del otro lado y Mar estaba frente a ella, sentada en el regazo de su madre, mostrándole el nuevo libro que le había traído desde España.
—¿No quieres dormir, cariño? —preguntó Jaime, apareciendo tras ella y dejando un beso en su mejilla para después sentarse justo enfrente, al lado de Mar y Regina.
—No —respondió, fingiendo molestia con él. Estaba dispuesta a hacerlo si con eso provocaba un poco de culpa en su conciencia y obtenía lo que deseaba saber.
—¿Estás enfadada conmigo? —la cuestionó, pero esta vez no respondió. Solo se cruzó de brazos y giró la cabeza para mirar por la ventanilla—. Vamos, Fer, no puedes enfadarte por querer darte una sorpresa.
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Eterna Tentación #BilogíaTentación
RomanceLuego de cerrar el caso que los unió, Regina y Alonso deciden instalarse en Ciudad de México para iniciar una nueva etapa en sus vidas. Felices, tranquilos y llenos de trabajo, disfrutan cada momento y cada día junto a su hijo. Ese pequeño que es el...