Capítulo 5

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"No creo que enfurruñarse vaya a ayudar", dijo Harry, posado en la orilla de la mesa de la cocina con sus pies en una silla y sus codos descansando en sus rodillas.

Frank lo miró de forma sentida y luego le quitó la mirada intencionadamente.

Harry suspiró. "Si lo recuerdas, no fui yo quien dijo que no podías venir".

"Tú no pelearías por mí. Tú fácilmente me dejarías solo y te irías a celebrar en otro lado", dijo Frank miserablemente, descansando su cabeza en su cuerpo. "No te importa tanto abandono".

"Lo sé", dijo Harry cansadamente, y al mismo tiempo luchando para controlar una sonrisa. Es bastante probable que Frank la serpiente sea la entidad más dramática con la que haya tenido el placer de lidiar. "Créeme, me encantaría llevarte, solo por ver la cara de Lucius Malfoy, pero tú sabes cómo es Draco".

"Insensible. Monstruoso. Nunca comparte su tocino", contestó Frank sacando su lengua viciosamente.

"El tocino es malo para ti", dice Harry, ajustando los puños de su abrigo y preguntándose qué es lo que exactamente estaba haciendo Draco aún en el piso de arriba. Tal vez es mejor no saber, pero, sin embargo, van a llegar tarde.

"Eso no te detiene a ti", apuntó Frank.

"Eso es cierto. Pero eso no cambia el hecho de que no tienes permiso para venir con nosotros a la Mansión".

Frank se deslizó por las losas y se insinuó entre los husos de la silla de Harry, sus músculos ondulando. "Tan crueles. Tan, tan crueles. Solito, dejado marchitándose, qué trágica y hermosa pérdida de vida, tan...

"Está bien, está bien, ya es suficiente", lo cortó Harry, bajándose de la mesa y metiéndose en la despensa. Cuando salió, con el tocino en la mano, la lengua de Frank salió, probando en el aire con entusiasmo. Harry sacó varias lonjas y las acomodó en un bulto apto para la serpiente y lo sostuvo. "Puedes tener esto si prometes dejar de ser tan melodramático. Ya tengo suficiente para preocuparme hoy sin tu ayuda".

"Delicioso", dijo Frank, su cabeza oscilando casi ebriamente de lado a lado.

"Promételo", exigió Harry, sosteniendo el tocino fuera del alcance y esperando que Draco no escogiera ese exacto momento para finalmente entrar en la cocina. Porque este momento, en el cual está usando tocino crudo para sobornar una muy estresante pitón, preferiría mantenerlo para sí mismo.

La cabeza de Frank asintió vigorosamente y Harry le permitió agarrar el tocino en su muy ancha boca y luego desapareció bajo la mesa con él. Suspiró, mirando sus dedos ligeramente pegajosos y dirigiéndose al lavaplatos para lavarlos bajo el agua caliente. La ansiedad ya estaba corriendo fuerte esa mañana, con el inminente Día Malfoy y el fatigoso prospecto de cargar esa maldita lámpara a través de la Red Flú con ellos, e incluso ahora que Frank había sido neutralizado, la posibilidad de ser impuntual se vislumbraba larga y ominosa.

"Vamos, Draco", murmuraba, subiéndose una vez más en la mesa de la cocina y todo el rato preguntándose si era mejor para todos – bueno, para él – si Draco solo se quedaba allá arriba, tocando las paredes, o jugando con su cabello, o lo que fuera que estuviera haciendo. El recuerdo de la medianoche aún brillaba en su interior con ruido intenso, y la cosa revoltosa, lejos de haber sido saciada con el beso, se había puesto a toda marcha. Afortunadamente... Desafortunadamente, pensaba ahora, no había tenido oportunidad de que las cosas se pusieran incómodas.

Draco, por supuesto, no tenía idea de que algo transcendental había ocurrido, mucho menos que había besado a un Harry Potter confusamente excitado, que estaba enamorándose rápido, y que supuestamente, era heterosexual, así que había entrado a la casa ruidosamente, quitándose la ropa y se había metido bajo las sábanas sin una palabra. Para el momento en que Harry había logrado encontrar los lugares correctos para las diferentes partes de su atuendo, Draco se había acurrucado a su lado y respiraba suavemente, moviéndose solo para alcanzar a Harry y presionar su fría piel junto a la suya.

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