Un día normal como todos, cerveza en una mano, medio día con un calor infernal y un gato totalmente gris pasando la acera, buen día, perfecto para follar.
No tenía más que una cerveza en la mano, salía de trabajar sin tener más que hacer que contemplar a la acera desde el puesto que regularmente pasaba. Veo pasar una hora, el sol estaba alto y el calor subiendo, me pido otra cerveza, no me importa que pase a este punto, no quería llegar a casa.
Llamo a Klora desde un teléfono cercano:
— Klora, ¿qué tal estás?
— Un poco cansada, guapo. ¿Tú qué tal?
Entrelazamos vínculos como siempre lo habíamos hecho, difícil resistirse a sus encantos.
Piel tersa y blanca, buenas tetas. Dios lo que había disfrutado de esas tetas, una maravilla. Trazadas con un lápiz de carbón diría yo; muy bien dibujadas por la naturaleza, no tan solo dentro mi propia escala de erotismo, sino la del común. Espléndidos senos en todos sentidos.
Caderas finas, ombligo suave y mirada fija y desafiante; así era Klora, cabellos negros, labios fuertes y pómulos lisos. Así la dibujaba, así era ella.
Tuvimos una conversación furtiva pero segura, sabíamos ambos que los dos estábamos conectados en un punto en común, como me encanta Klora.
— Estoy algo estresado — dije.
— Bueno, creo que podemos arreglarlo, ¿No?
— Podría ser, no te he visto en un tiempo, de verdad querría verte un rato.
— Sabes que me encantas, Klora — respondí.
— Y tú a mí, ¿Por qué estuviste fuera tanto tiempo? — preguntó, habíamos cortado contacto de repente, no le gustaba eso.
— No lo creerías, larga historia.
— Me encantan tus historias.
— Lo sé — concluí.
Parece un hechizo muy simple pero efectivo, es hermosa incluso hablando. Elegante, sexy y directa, como me encanta Klora.
Amo su cuerpo, pero más amo sentirme como siempre me he sentido, completo al sabor de un par de curvas, un par de palabras, unos labios hermosos con un diminuto lunar al lado, es simplemente de película. Maldita sea, de pensarlo me estoy poniendo nervioso, me sube la sangre y pinto un cuadro con ella desnuda ante mí, me encanta Klora.
— Mentiroso, no pasó todo eso — contesta, después de contarlo todo.
— ¿Lo ves? Me tomas como un bufón cuando cuentas mis historias.
— No, no. Me encantas tus historias, guapo. Lo sabes muy bien —.
Hablamos por un par de minutos antes de ofrecerle un reencuentro.
— Si quieres vernos, podríamos donde siempre nos hemos encontrado. Hoy a las 17:00 — hablé fuerte y claro.
— Lindo, tenlo por seguro.
— Adiós guapa.
— Adiós guapo.
Nos despedimos. Mientras dejaba el teléfono en su sitio pensaba en el montón de veces que la había tocado, podría sentir su olor frente a mí en estos momentos, dulce olor, dulce y sucio; como me encanta Klora, lo malditamente susceptible que a sus encantos soy.
Me odio un poco por haberme ido un tiempo, pero no fue mi culpa, soy un adicto a la adrenalina y el maldito periódico querría un reporte especial.
Me encanta como viste, muchas veces tan casual y tan llena de clase que pocas veces me podría imaginar que alguien así me mira de tal manera cuando la tengo abajo, salpicando con sus labios y su lengua por mí. Me mira con tan sabor en sus ojos, tan llenos de fuego.