CAPÍTULO 4
El HAREM DEL REY
Sora estaba reclinado sobre una elegante alfombra persa de bordes dorados. Los instrumentos árabes llenaban el ambiente con alegres ritmos orientales que pretendían alegrar a Sora, pero sin lograrlo. El chico estaba en su cumpleaños rodeado de gente que sentía distante y ajena. Ni siquiera Ceres Fauna le hizo compañía. ¿Dónde estaría? Los osos y monos danzantes se veían tan apáticos como él mientras ejecutaban sus danzas.
De pronto unas campanas anunciaron que era hora del espectáculo privado que habían preparado para Sora por lo que toda la gente que había ido a la celebración salió de prisa de la sala. El chico se quedó solo con los músicos que cambiaron los alegres tonos de sus melodías por un rasgar de cuerdas y tambores que incitaban al erotismo y al deseo.
Fue así que las esclavas escogidas por el rey aparecieron en el salón para danzar delante del chico en búsqueda de ser escogidas para ser la nueva reina y compañera de Sora.
Eran cuatro chicas ataviadas con telas tan delgadas que casi eran transparentes. Llevaban monedas doradas en el borde de sus escotes en el pecho que dejaban a la vista buena parte de sus encantadores y femeninos senos. Otro escote mostraba sus estómagos perfectos y sus ombligos redondos cuya visión fascinante empezó a provocar un intenso calor en el chico que las veía embelesado.
Las cinturas de todas estaban envueltas en un cinturón ancho y ornamentado, decorado con gemas engarzadas y pequeñas campanillas que susurraban en armonía con cada paso que daban al bailar. Las faldas partidas de las esclavas caían desde la cadera hasta el suelo dejando descubiertas las esbeltas piernas que Sora recorrió con la mirada lasciva desde el muslo hasta sus bellos pies descalzos.
Lo mejor de todo es que todas llevaban trajes sin mangas. Sus brazos desnudos deleitaron la vista de Sora. El chico sentía el descontrol de la excitación cuando ellas alzaban los brazos mostrando sus perfectas axilas en medio de sus bailes. Todas se veían tersas, suaves, sin el menor rastro de vello y con un tono claro uniforme.
El chico no las reconoció a primera vista pues jamás las había visto ataviadas en prendas tan provocativas, pero al afinar la atención en sus rostros se llevó una gran sorpresa al reconocerlas.
Suisei estaba ahí, la intelectual esclava especialista en estrategias de guerra se encontraba bailando frente a él. Ella movía las caderas lentamente al ritmo de la música que tenía casi el compás de los latidos del corazón del chico. Sora deseaba que alzara los brazos, pero ella parecía más enfocada en el movimiento de sus caderas y en girar en su propio eje. Suisei estaba profundamente ruborizada y aunque bailaba a la perfección, lucía un semblante como si le avergonzara estar ahí.
Luego estaba la mismísima Ceres Fauna. A Sora le costó mucho reconocer a la consejera real ataviada de esa forma tan ardiente y sensual. Aquellas telas transparentes dejaban ver partes del cuerpo de la chica que Sora solo había visto en sus fantasías más ardientes. Se movía moviendo el vientre como serpenteando de adelante hacia atrás en una clara y lasciva invitación a que el chico disfrute de lo que había bajo las prendas. Fauna estaba igualmente ruborizada, pero al contrario de Suisei parecía disfrutar mucho de mostrarse sexy ante el muchacho a quien se le hizo un nudo apretadísimo en la garganta por la lujuria que le ahogaba cuando la vio alzar los brazos enseñando sus axilas deliciosas. Sora temblaba, literalmente sus dedos desearon moverse atraídos por la sensualidad de aquellas axilas atractivas, pero Ceres no se dio cuenta y bajó los brazos tratando de seguir el ritmo del baile dejando a Sora anhelante por ver aquella parte de su cuerpo por mayor tiempo.
Luego Sora descubrió a Gawr Gura, la hermosa y dulce Gura. Su rostro de profunda excitación cambió ligeramente al verla, como si se alegrara de encontrarse nuevamente con aquel conocido semblante. Gura le devolvió la sonrisa mientras bailaba al ritmo de la música. Ambos se alegraron de verse. Eran espíritus amigos, casi confidentes, sus almas se identificaban en la soledad, en la búsqueda de libertad y en el deseo de ser felices a pesar de lo que la vida les imponía.
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El Harem de las cosquillas (+18)
عاطفيةEl joven príncipe Sora oculta una extraña pasión por las cosquillas que desea confesar a alguien, pronto tendrá a su disposición 4 bellas esclavas de entre las cuales deberá escoger a una esposa a quien poder compartir sus aficiones, pero... ¿su dec...