CAPÍTULO 5 EL BAILE DE LAS CADENAS

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CAPÍTULO 5

EL BAILE DE LAS CADENAS

El príncipe Sora fue a la hora señalada a la sala donde se encontraría a sus esclavas: Susei, Gura, Ceres y Hakoz. Se encontraba totalmente emocionado, aunque un sentimiento de culpa le embargaba. Una profunda sensación de incomodidad llenaba el corazón del chico que empezaba a aprovecharse de su posición. Los manjares del poder son adictivos como la peor de las drogas.

El chico llegó a la habitación iluminada con el tenue resplandor de varias velas. Las esbeltas siluetas de las chicas yacían encadenadas tal cual lo había pedido. Las cuatro formaban un cuadrado delicioso dispuesto para su disfrute. La luz de las tenues velas danzaba sobre sus pieles como si también quisiera acariciarlas.

El corazón de Sora latía con una mezcla de deseo y pesar. Adoraba verlas asi, sumisas, hermosas y susceptibles a la tortura de cosquillas con las que pensaba hacerlas sufrir, pero su moral le recordaba que no debía aprovecharse de su posición. Aún así, la tentación de la hermosa galería de axilas que tenía ante él era demasiado excitante para ser ignorada.

Las miradas de las chicas eran una mezcla de sumisión y nerviosismo. Ceres le miraba con timidez, Gura Gawr estaba ahí también exhibiendo la delicada piel bajo sus brazos mientras le veía nerviosa. Suisei, la estratega de guerra le observaba desafiante, pero con un inconfundible rubor. Por último Hakoz le sonreía disfrutando la excitación que podía causar en el príncipe. Cada una de ellas parecían adorarlo a su manera, y él las amaba por ello. Pero en ese momento, el contraste entre su deseo y su ética resonaba en sus oídos como el eco de un tambor lejano.

El chico no sabía con cual empezar. Todas se veían tan exquisitas en esa posición en que debían someterse a sus caprichos fetichistas. Paseó la mirada por cada una de ellas viendo las tentadoras curvas de sus bustos y caderas. Todas eran hermosas y todas lo observaban con la tensión de no saber con quien se divertiría primero.

Posiblemente por ser con quien más había convivido buscó a Ceres. Ella había sido su maestra y tutora desde hace años. Algunas veces lo había regañado y le había impedido hacer lo que él quería. Por eso decidió empezar con la druida de ojos dorados cuyos labios temblaron al verlo acercarse a ella.

-Amo, n-no me vaya a hacer muchas cosquillas, por favor. N-no puedo escapar- Le suplicó Ceres sin saber que lo estaba excitando al suplicarle. Sora estiró el dedo índice hacia sus deliciosas axilas lentamente para intimidar a la hermosa chica cosquilluda. La druida intentó escapar pero las cadenas doradas le impedían moverse mucho. Cuando el chico paseó su dedo índice por la curvatura de sus axilas la chica empezó a reír dulcemente haciendo sonar las cadenas de oro al intentar escapar.

-jajajajajajajajaa Sora... jajajaja ¡basta! ¡¡espera!!! Soraaaa jajajajajajaja n-no....- La risa de la chica era encantadora, femenina y elegante cuando él provocaba sus excitantes carcajadas al bajar y subir su dedo índice por aquel punto sensible de su cuerpo. Sora estaba fascinado de ver a su tutora perdiendo la compostura de esa manera. Era como descubrir un nuevo aspecto de ella, una faceta íntima y vulnerable que se manifestaba en la explosión de risas exquisitas que salían de su boca feliz. Sora elevó un segundo dedo para atacar la otra axila de la chica que intentaba bajar los brazos sin poder lograrlo. Ahora su maestra estaba siendo atacada por dos índices subiendo y bajando por la parte baja de sus brazos provocando en la chica la necesidad incontrolable de reír contra su voluntad mientras luchaba por escapar de esa prisión de cadenas doradas.

-Jajajajajaa esperaaajajajajajaja mas despacio, mas despacio!!! jajajajajaja AMO ¡POR FAVOR!- Ceres Fauna agitaba la cabeza latigueando su cabello verde de un lado a otro. El rostro empezaba a ponerse rojo por la imposibilidad de detener sus propias carcajadas mientras el bello sonido de su felicidad obligada se mezclaba son súplicas anhelantes .

El Harem de las cosquillas (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora